miércoles, 28 de julio de 2010

Hoja amarilla.

Leonard Euler (1707-1783) es generalmente tenido por uno de los más grandes matemáticos de todos los tiempos. Pero esta calificación es demasiado estrecha para dar cuenta de las cualidades sobrehumanas de su espíritu. Hojeaba las obras más complejas en unos instantes y podía recitar completamente todos los libros que habían pasado por sus manos desde que aprendiera a leer. Conocía a fondo la física, la química, la zoología, la botánica, la geología, la medicina, la historia y las literaturas griega y latina. Nadie, en su tiempo, logró igualarle en ninguna de estas disciplinas. Poseía la facultad de aislarse totalmente, a voluntad, del mundo exterior, y de proseguir un razonamiento pasara lo que pasara. Perdió la vista en 1766, pero esto no le afectó en nada. Uno de sus alumnos refirió que, a raíz de una discusión sobre un cálculo que comprendía diecisiete decimales, se produjo un desacuerdo en el momento de establecer el decimoquinto. Entonces rehizo el cálculo, con los ojos cerrados, en un fracción de segundo. Veía relaciones y enlaces que escapaban al resto de la Humanidad culta e inteligente. Así fue como encontró ideas matemáticas nuevas y revolucionarias en los poemas de Virgilio. Era un hombre sencillo y modesto, y todos sus contemporáneos se muestran de acuerdo en qué su principal preocupación era pasar inadvertido. Euler vivió en una época en que se honraba a los sabios, en que no corrían el riesgo de verse envenenados por las ideas políticas u obligados por el Gobierno a fabricar armas. Si hubiese vivido en nuestro siglo, tal vez se habrían organizado para «disimularse» enteramente. Tal vez hoy existen otros Euler. Tal vez hay mutantes inteligentes y racionales, provistos de una memoria absoluta y de una inteligencia constantemente despierta, que se codean con nosotros, disfrazados de maestros de pueblo o de agentes de seguros.


Hoja amarilla.

...Era el final del pueblo.

Al amanecer, con frescor de rocío, en la azotea de la casa de enfrente bailaban las sábanas blancas de la pureza perdida, se posaban los zorzales en los alambres y desde el bosque cercano al arrabal llegaban ruidos de lucha de perros en celo.

Después, con el sol mediado, llegaban olores de guisos, estruendo de estorninos, el roce del cántaro en las caderas de Julia al volver de la fuente, el homenaje de los ruidos de los muelles sobre los que yacía sin poder moverme demasiado.

Al atardecer los rumores de ruedas de carro en el regreso a casa de los labradores, los gritos de otros niños en el camino de la cañada, el eco en el patio de las romanzas que cantaba la madre de Andrés.

Por la noche hacía balance de todo lo escuchado, visto, sentido desde la ventana frente a la prisión de mi cama de termómetro y toses, de alcohol de romero y sulfamidas.

Me reconcome el recuerdo desde aquella raya entre la fiebre y la vida, el miedo en la oscuridad, las mentiras de mis cuidadores, las lágrimas de mi madre los fines de semana, la mano caliente de padre en mi hombro, el ruido en los cristales de la lluvia a veces, el secreto de la enfermedad crepitando en mi mirada asustada.

Quiero alejarme de la mentira, del grito de aquellos terrores, de los fantasmas que me esclavizaron durante tantos meses...


Leo esta hoja amarilla encontrada entre otros papeles olvidados. Quizás pertenecía a un diario. No sé quién la escribió. También encontré unas fotografías en el fondo del baúl negro que estaba en la buhardilla. No reconozco a nadie. Preguntaré a mi tía Maria Luisa.



11 comments :

Nikté dijo...

Cuidado nene; tengo el poder de entrar en ti.

Pedro M. Martínez dijo...

Nikté, con todos mis respetos ¿no será al revés?

virgi dijo...

Como siempre, eres un lujazo. Pero hoy quién me cautiva más es tu tía, real o no, María Luisa. Seguro que es un encanto , ¡fíjate! me da que yo haría migas con ella!
Besitos, chiquillo sin fin.

Pedro M. Martínez dijo...

virgi de bello rostro, muchas gracias.
Verás, mi texto de hoy es pura invención, de la A a la Z.
Pero mi tía María Luisa es real. Y sí, es un encanto. Por supuesto que harías migas con ella.
Con tu buen carácter harías buenas migas incluso conmigo.
Besos
(De chiquillo solo me queda la mente)

Carmen dijo...

sonrío cuando llego a un lugar nuevo y en lo primero renglones me encuentro una palabra como zorzal

...será porque de niña vivía al final del pueblo

un saludo

Joselu dijo...

Todos los pueblos de los que he disfrutado me los han prestado pero así, de niño, no he tenido ninguno...me ha encantado ese trozo de diario.
Cuando leía tu regalo sobre Leonard Euler me he visto de estudiante anhelando una lesión cerebral, una malformación en mi lóbulo izquierdo que me permitiera con un simple vistazo memorizar páginas enteras de las materias de las que me habría de examinar al estilo Kim Peek (murió en diciembre del año pasado). 12000 libros dicen que se APRENDIO de memoria.  Con el ojo izquierdo leía la página izquierda y con el ojo derecho la página derecha de los libros....
En un documental sobre el poder de la mente un señor mostraba su casa donde no paraba de dibujar y pintar. Lo había pintado todo, puertas, mecanismos de la luz, techos, el frigorífico. Se quedaba sin papel o sin lienzo y recurría a sus camisas....todo con tal de no parar.Contaba que todo empezó un día cagando (perdón). Negociaba con algún tipo de estreñimiento cuando algo estalló dentro de su cabeza. Su pareja (que terminó huyendo de aquella casa) lo recogió del suelo del retrete y lo llevó al hospital. Cuando se recuperó se dió cuenta de que no podía parar de pintar.
Me ha parecido creer que era el dueño de esos ojos que miran tras la celosía de tu foto.
Ahora que soy mayor y ya no hago exámenes (no de aquellos) al que envidio de verdad es a  Stephen Wiltshire. Si no lo has hecho nunca no dejes de mirar cómo dibuja de memoria panorámicas de 360 grados de ciudades donde previamente le han dado un paseo en helicóptero o subido a una altura. Es sencillamente increíble. Un abrazo, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Pues mira qué bien Cordelia, sonríes. Ya se ha cumplido la primera norma de este blog: alegrar.
Yo nunca he tenido pueblo.
Y no sé qué es un zorzal.
Pero aprendo cada día estas y otras cosas.
Saludos.

Pedro M. Martínez dijo...

Al loro Nikté

Pedro M. Martínez dijo...

Joselu, la verdad, lo de Stephen Wiltshire no me parece para tanto. A mí me suben a alturas y cuando bajo soy capaz de hacer maravillas, quizás no dibujos, pero sí maravillas (puedo traer testimonios que lo confirman)
En cambio lo del señor que se iluminó mientras cagaba (sin perdón, solo los ángeles estreñidos no cagan) me parece sublime. Es una buena forma de que tu pareja te deje (es que hay cada uno…).
Un abrazo desde mi pueblo

gaia07 dijo...

No es tan difícil leer en los ojos el miedo, y sobre todo en los de un niño.
Hay muchas cosas importantes en las que utilizar la mente, incluso para los privilegiados, pero hay que tener cuidado con los baúles negros, suelen guardar hechizos varios.

Curioso pájaro el que observa al niño, inquietante post entre gritos del incosnciente y mutantes inteligentes.

Te beso.

PS. Perdonar que me meta entre los dos (por lo del triángulo, puedo ser la cateta corta sin problemas) el “poder” lo sigue tieniendo Nikte a pesar de que tú puedas materializarlo ;-P

Pedro M. Martínez dijo...

No hay problema gaia07. O sí. Me explico (lo intento).
Lo del triángulo no es problema (siempre que los tres estemos de acuerdo), ser cateto es mi hábito (por tradición masculina), llegar a cuadrar la hipotenusa era una aspiración que cumplí años atrás (no me agradó, no creas, me faltaban manos y sobraban bocas), a veces deseamos deslizarnos por absurdas inclinaciones (sin saber que podemos despeñarnos por el abismo del ridículo) , pero repetí (nunca se aprende), por si acaso (en esa ocasión faltaban bocas y sobraban manos, la perfección no existe), indefectiblemente el poder lo tienen todas las Nitké (hola, A) que en el mundo han sido (lo tengo claro), contando además que el empoderamiento femenino se extiende (por fortuna) y el otro poder (al menos el mío) mengua hasta extremos que rozan (perdón) el ridículo (“qué pequeñita ¿no?”) (no hay doble intención, aviso, en rozar mi “ridículo” con otro “ridículo”, ha salido así), materializarlo entra en otro capítulo (en el que se aúnan necesidades afectivas, con el puro deseo, con el imperioso deseo, con el copón de deseo, pues eso). Y ya.
El pájaro ese acojona (a los señores) y asusta a las damas.
El texto, que es el (único) motivo de este blog (hoy) me gusta.
Con los años me he vuelto especialmente sensible al sufrimiento de los niños, de los ancianos, de las mujeres, de los hombres, de los animales, al sufrimiento. No soporto el abuso, la crueldad, la prepotencia, la violencia física o psicológica, los malos tratos, la brutalidad. Ay.
Te aprecio mucho, mucho.

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