miércoles, 12 de mayo de 2010

Parker y la paloma equivocada.

Que las orquestas ciegas del martirio
acaben con los bosques, y los fuegos
de este incendio final, sacramentario.

Bronwyn,
si no puedo ser tú, si no podemos
ser ángel,
¿por qué la niebla es gris sobre el mar gris?

Juan Eduardo Cirlot.


 3. Se equivocó la paloma, se posó sobre la chimenea que daba al patio donde pastaban los unicornios, esquivó a mariposas y abejorros, al deshollinador de rescoldos invernales, a la joven francesa enemiga de la erre, al cazador de lo negro. Parker riega con vinagre los tomates sobre la marquesina que ya no protege del frío, pule los versos que zumban en su lengua, los escupe sin educación, sin puntería, sobre la nieve que pisan los ejércitos en retirada. Un pescador de perlas jubilado mira la escena, escéptico, a su alrededor imaginarios cisnes blancos se funden con el río. Hay una escena de gran violencia emocional que se reproduce una y otra vez en la ventana de un incansable You Tube, una mujer con los pulmones enlutados la mira detrás de un abanico, de las pestañas, del rencor, pesa el sí y el no de sus lágrimas en una balanza absurda. 

19 comments :

 Mayte dijo...

Se averió su norte y cayó en el laberinto de tus palabras, se durmió en tu pecho y canta por las mañanas de ventana en ventana.

Bikiño.

Tempero dijo...

Se equivocó la paloma y Parker duerme en la cumbre de una rama. Pero Parker no elige bien, no entiende de árboles, extiende todo su conocimiento de botánica sobre las flores que se ha dedicado a regalar, igual que los poemas, que todos los ha ido dando con el convencimiento de su transformación trascendental para que luego, seguro, acaben destruídos, pisoteados por el moho del despido. Y digo que no elige bien el árbol, que no, que no es el apropiado para dormir, que uno elige un roble y allí sí puede encallarse y roncar y hasta morir y pasar desapercibido. Pero no, elige un sauce llorón, y no se da cuenta que bajo el suelo del árbol hay una riada de poemas ancestrales que están siendo picoteados por las palomas. Pero el sube a dormir. Y lo que no sabe es que las ramas son tremendamente flexibles y que, cuando profundice su sueño, acabará en el suelo. Que el roble es más duro no lo sabía.

mirada dijo...

:-)

ternura

gaia07 dijo...

No estoy de acuerdo. A Parker le equivocaron. Le dieron las coordenadas incorrectas.
De lo único que es culpable es de no ponerlas en duda y ajustarlas a su conveniencia. Seguirlas, satisfaciéndolas, o recalcularlas para buscar certezas, tanto da, el resultado sería la alianza con su propia vida.

Cada loco con su tema. Unos percibimos amor donde otros distinguimos existencialismo. Lo que más me gusta de ti, a parte de ti (“ti” existente y real), es tu capacidad para dejarnos decir a todos, aunque te cabreemos.
Mira, si te tuviera aquí te daría un abrazo entero.

Pedro M. Martínez dijo...

Sergio Endrigo, Mayte, lo cantaba muy bien. Luego vinieron otros. Hasta Parker, tan modosito, se ha apuntado al carro. Y no me extraña, se me duerme una paloma en el pecho y no me despierto más (con la manía que les tengo a las palomas)(a las mensajeras, no). Biko total.

Pedro M. Martínez dijo...

Tempero, hago esfuerzos desesperados para que Parker no se duerma en los laureles, para que invente, para que comparta, pero sobre todo hago un esfuerzo sobrehumano para que viva ¡¡¡Viva!!!
El resto, esto, una faceta.
Un abrazo, campeón de la palabra.

Pedro M. Martínez dijo...

Tú sí que me das ternura mirada, preciosa. Es un lujo ser tu amigo. (y lo que me cuesta ser solo tu amigo, belleza)

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07 cuando Parker era más joven las noticias llegaban en diligencia. Por eso ahora bracea en este mundo tan pequeño tratando de ponerse al día.
Y volviendo a mi mí, mi muy querida Amiga, para mí es un privilegio haber encontrado esta forma, esta fórmula de expresión, esta posibilidad de compartir lo que imagino y escribo, el estímulo de tantos comentarios para seguir haciéndolo, el impulso de saber que aquí entran tantos lectores que no puedo/quiero dejarlo, que es para mí un placer y una grata experiencia, una deliciosa obligación de leer, sentir, imaginar, vivir, romper lo que no, intentarlo, saber que, sobre todo, este trabajo me da mucho más que lo que aporto. Por ejemplo, cambio los 1000 y pico post que llevo por la cerveza que nos tomamos en el Iruña, por ese instante de conocernos, por el milagro de que esto genere una amistad así. Gracias, muchas gracias.
Venga, que me emociono y soy un tío duro (ya)
Un beso, así.

ana p. dijo...

Me siento en una película americana de los años 50. Llena de humo, rimel en retirada y duros de fachada. Besiño

El peletero dijo...

Las palomas siempre se equivocan, querido Pedro, por eso yo prefiero las pajaritas de papel, son mucho más fiables y geométricamente perfectas, nacidas, según nos cuenta Miguel de Unamuno en “Apuntes para un Tratado de Cocotología”, de un óvulo cuadrado, que no cuadrilátero o paralelepípedo que no darían más que monstruos o cosas peores.

Saludos.

Pedro M. Martínez dijo...

No me extraña, ana p. es que te pareces un poco a Gene Tierney. Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

El peletero, Miguel de Unamuno era una persona atormentada. Nació en la calle la Ronda en las Siete Calles bilbaínas (por donde camino las noches de los viernes y los sábados)
Su “Paz en la guerra” me gusta especialmente.

Aquí http://www.hislibris.com/68/ se puede leer:
“Paz en la guerra” es considerada en ocasiones un documento histórico de validez comparable casi al testimonio.
Y es que Unamuno se estrena como novelista hablando de recuerdos; de su Bilbao en 1874, del segundo “sitio” que sufrían los que vieron en Espartero la tabla de naufrago de la involucionista España . Las bombas que nunca creyeron los sitiados que los carlistas se atreverían a tirar le chafaban a Miguelín los dulces que levantaba a Doña Salomé, abuela y propietaria de la pastelería donde la familia Unamuno (lo que quedaba de ella tras morir el padre y las dos hermanas) se refugiaban de los católicos argumentos de los seguidores del imposible rey que nunca fue, Carlos VII.
En el libro, escrito de una forma tan ligera que cuesta pensar que sea de Unamuno, se encuentra un sin fin de datos y referencias que desmontan muchos de los tópicos que sobre las guerras carlistas existen. Se pasea por el escenario de la guerra toda la problemática que lleva a España a sufrir dos guerras civiles que obtuvieron continuación, a poco que se extienda la vista, en la oficial Guerra Civil Española, la cual no es más que, si no consecuencia, sí desenlace final en muchos sentidos de ellas.
Muchos de los cabreros que ahora pretenden fichar en el mercado del saldo a los intelectuales que nunca tuvieron, quieren ver en esta obra una reivindicación de la lucha vasca contra el poder central. Sobran datos, en la novela y en la historia, para ver que no es así. El carlismo es patrimonio de toda la celtiberia en pie de guerra que decide, cada cierto tiempo, dirimir sus diferencias a bofetadas dividiéndose así en dos, tres o trescientas Españas que no se aguantan entre sí.
Lo que más atrae de la novela es la tranquilidad con la que habla de ambas posturas comprendiendo, criticando y en cierto modo defendiendo las dos posiciones encontradas. No demoniza ningún bando (a pesar de que él sufrió como isabelino y con el tiempo se le oirían encendidas soflamas carlistas) a diferencia de Valle Inclán (seducido descaradamente por la estética de los grandes caudillos carlistas) y de Baroja (decidido anticarlista, posición que choca con su cerril odio a Castilla y los castellanos y que casi le cuesta la vida). Esta postura conciliadora solo se puede encontrar, más tímida y con menos peso histórico, en otro del 98, Clarín, mucho más pausado y de chocolatito (como gusta a alguno de por aquí) reconociendo únicamente seres humanos donde hay fieros guerreros en su “Doña Berta”, relato precioso pero inocuo comparado con el bestial peso de este “Paz en la guerra” donde cada movimiento de los personajes son declaraciones de principios.

El peletero dijo...

Sinceramente, Pedro, a mi España me apabulla y los españoles me aturden con sus guerras y sus principios. Yo no sé nada, como la mayoría de catalanes, no me entero de la misa la mitad. Así ha sido siempre. El catalán es hombre de pactos, de cesiones y contratos, un fenicio. El catalán no tiene demasiados principios al estilo español, y eso, en las Españas no gusta demasiado, nos ven afeminados, y en el fondo lo somos, pensamos que siempre es mejor un mal trato que una buena guerra. Como te puedes imaginar eso no lleva a ninguna parte como así ha sido siempre. Manda el que pone encima de la mesa lo que hay que poner para mandar, muertos. Y eso que en Cataluña también tuvimos a nuestros isabelinos y carlistas, cosas raras de esa celtiberia rara. Así ha sido siempre y así seguirá siendo como siempre ha sido.

Saludos.

irene dijo...

Unas veces las palomas otras nosotros, tristes equivocaciones.
Son mucho más amargas las lágrimas del no, las que mojan por dentro el corazón, Parker debería regar los tomates con ellas, se desahogaría.
Un beso, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

El peletero, bucear en la historia tiene que te enteras lo que cuentan los que ganaron. Por ejemplo:

La Segunda Guerra Carlista, en realidad, fueron levantamientos sucedidos en Cataluña entre los años 1846 y 1849-
La Tercera Guerra Carlista ocurrió entre 1872 y 1876. Se desarrolló en Cataluña, Navarra y País Vasco


Todo lo que he leído sobre estas absurdas y cruentas precursoras de la Guerra Civil que vendría después me hace pensar que para la barbarie es igual ser catalán, vasco o de Algeciras (con todos mis respetos para todos)
En cualquier caso, disfrutemos de este insólito periodo de paz. Que dure.
Hoy te voy a abrazar, mira (con tu permiso). Ahí va. Gracias.

Ah, que quede claro, ese libro de Unamuno, además de ser de fácil lectura, es francamente bueno.
(tiene otros libros que no hay dios que los lea)

Pedro M. Martínez dijo...

Pobres palomas irene, que no se meten con nadie, que te dejan un regalito sobre la gabardina que acabas de estrenar (y es mancha de las que no se quitan). Pobrecitos bichos, toda el día acosadas por los palomos (que son unos fieras, no veas).
Le digo a Parker lo de los tomates. Besos

El peletero dijo...

Ya, ya, Pedro, por eso me apabulla España, cuando veo que Cataluña se le parece demasiado en lo feo me gustaría ser holandés o danés, o finlandés, o luxemburgués. Islandés no, que ya vemos cómo les va.

A mí, mis padres y mi familia, siempre me contaron la historia de los perdedores.

Sí, te doy mi permiso para abrazarme si tu me permites besarte, en la frente, querido.

Saludos

Pedro M. Martínez dijo...

Son todos iguales El peletero, yo que tú estaría tranquilo con lo que eres. Y ya puestos, orgulloso.
Mi familia no me contó historias de los perdedores, les dolía demasiado. Sí me contaron de las bombas cayendo en la calle Aragón, de los refugios, del hambre, del racionamiento. Era yo muy niño y no sabía distinguirlo de otras historias, de otros cuentos. Aprendí después.
Con los años también he aprendido que ser de alguna parte apenas es un accidente, que lo importante es ser.
Fíjate yo mismo, soy de Bilbao y no me doy importancia (jajajajaja, quiere ser un chiste, tranquilo)
Te va a sobrar sitio, en la frente digo, pero no te cortes.
Venga, ese abrazo.

El peletero dijo...

Claro, todos son iguales, eso ya lo descubrí a los 24 años, ahora tengo muchísimos más, y estoy muy tranquilo, Pedro, tranquilo y orgulloso de no pertenecer a nadie.

Tus historias y las mías se parecen mucho.

¿Tan grande tienes las frente?, bueno, da igual, mis besos son poderosos y pueden con cosas peores.

Gracias por el abrazo.

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