martes, 2 de marzo de 2010

Río.





Me tiré al río para salvarme a/de mí mismo
Ahí estaba, moviendo los brazos como Spitz.
Sumergido en el frío que llenó el viaducto de mis pulmones

Ladraban los perros

Una anciana me observaba curiosa, sin moverse, sin gritar.
Mojada en la niebla, tiritando en la mañana.
No sabía de mi ignorancia en suicidios.

Eso era el silencio.


El agua no distingue músculos ni facciones.
Se limita a buscar el mar, como se debe.
Es ágil como el verano de Francia.

El agua es obstinada y fluye.
Juega con la muerte sin hablar, sin negociar, sin sellos
No sabe si los ángeles de la guarda libran los jueves..


Floté río abajo como un bajel que apuraba la espuma sobre puntiagudas rocas. Vi tantas cosas nuevas, maravillas que no puedo enumerar. Me confundí con el medio, fui agua, diluí la prevención, por las comisuras de mis labios se filtraba la ironía de las serpientes, la generosidad de los barbos, la ondulación de la corriente.


Unas monjas me saludaron desde un carro de heno.
Sus tocas volaron al pasar por el alto del puente.
Eran bellas como Isabel, como cipreses de ribera.

Los aguadores las requebraban sin recato.


Entre los juncos se enganchaban los cuerpos de los adolescentes ahogados.
Lancé piedras desde el centro hasta el borde de las burbujas.
Las ondas concéntricas se abrían y llegaban a sus pies morados.

La ciénaga presentida. Borbotones de orgullo. Eleanor Martin.


Para entretenerme reuní lo esparcido, palabras bailando en parejas.
Las voces se restregaban, se excitaban mutuamente.
Memoria, humedad/ olores, piel/ sabor de lágrimas, despedida/.

El espasmo de la cocinera que pela cebollas.



Cuando llegó el insomnio las madrugadas se eternizaron, perdí el sentido de la orientación, me anticipé al riesgo de la marea. Fue entonces cuando llegaron los pueblos, cuando presentí la colisión, cuando la luz se debilitó y supe que el remolino nos iba a tragar a todos, sin remisión, sin posibilidad de escabullirnos. Ahí delante estaba lo negro, lo negro, lo negro, lo negro, lo negro, lo negro, lo negro, lo negro.


Me jalé de los pelos y nadé/remé /pataleé hacia la orilla
No recuerdo si la derecha o la izquierda.
Me salvé a pesar del cepo del invierno.

Al salir vi los pájaros, graznaban sobre los alambres del cercado.
Llegaban y llegaban de todos los cielos.
Los oscurecían

Esta era la profecía.



Volví a tirarme al río, espantado.

Aquí sigo.

10 comments :

Tesa dijo...

Me dijo una niña hace mucho tiempo, que "el agua es amable"

...pero era una niña y todavía no conocía el mar.

Arantza G. dijo...

De niña me caí a un río, estaba con mi tío. Mi pie se trabó en algo que no recuerdo.
Yo quería ser sirena...
Un beso

samsa dijo...

me ha encantado, de encantamiento.
¡qué bien te dejas llevar por las palabras! (o qué bien las llevas a ellas, no sé).
leerte por la mañana es un desayuno de placer para el cerebro. ¡hala!
un saludo

samsa

virgi dijo...

¡Qué maravilla leerte!
Ese río que nos lleva hasta el mar...

Me has recordado un libro divinamente triste, "El nadador", de Zsuzsa Bánk.
Un abrazo melancólico

gaia07 dijo...

Quizá lo fácil sea dejarse llevar por la corriente. Las trabas para avanzar en otro entorno pueden ser insuperables.

Este es el post más inquietante y lúcido que has creado.

Besos.

LA ZARZAMORA dijo...

Y yo hoy al leerte ando prosaica pensando en eso de "Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela..."

Besines

ybris dijo...

Buen nadador que eres.
Respetas la obstinación del agua en su camino debido al mar.
Y, ante el fracaso del suicidio sabes mirar, uno con el líquido y su flujo.
Y luchar ante el final casi irremediable.
Lo tuyo es el río.
Vivir nadando.
La oscura alternativa de los pájaros invasores no es solución.
Por eso sigues en el río.
Nadando.

¡Caramba, Pedro!
Me ha gustado.

Gracias. Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Dèjá vu

Experiencias circulares. Volver al punto de partida. Agotamiento periódico. Duplicación de esquemas. Esto ya lo he dicho antes. Has repetido una palabra, un texto, una idea, un tema. Voluntariedad. Dilatación de ombligos. Vías cegadas de comunicación. Cambio de luna, de humor, de amor, de aficiones, inquietudes, estímulos, qué me estás contando, escribir, leer, pasar páginas, demasiado trabajo, me gusta, no me gusta, con que me guste a mí es suficiente (pero a veces no es suficiente), esta es la cosa.


Tesa, que niña tan repipi ¿no?
Recuerdo una niña (hace taaaaanto) que al ver el mar exclamó “¡cuánta agua! Y está salada…


Arantza G., seguro que era el monstruo del río, el que se come a las chicas guapas.
Recuerdo que vi una película así, en blanco y negro, que marcó mi infancia.
Yo quería ser monstruo.
Un beso


Muchas gracias, samsa, dejarse llevar por un río es fácil.
Invítame un día a desayunar. O te invito yo.
Un saludo


virgi, con ese título (El nadador) hay una película de Burt Lancaster que en su momento me pareció impactante.
Pero como las perspectivas cambian no sé que me parecería ahora.
Gracias por todo, abrazos, melancolía, etc.


gaia07, no sé si estoy lúcido o simplemente es que estoy harto. El caos puede llegar a ser un estilo de vida pero la realidad es que miro alrededor y nadie sabe por dónde le da el aire (gobierno, empresarios, instituciones, partidos, personal de a pie, a caballo, tropa, vigías, señoritas de compañía, señoritos engominados, etc).
Lo mejor…tirarse al río (o a otro sitio, acompañado).
(Qé bien me lees, cielo. Gracias)
Besos.


Eva- La Zarzamora, cierto, era más un problema de dioptrías que de gusto.
Siempre hay que estar al loro de a quién te llevas a la vera del río (no sabes nunca por donde te va a salir el tiro)
Besos fluviales.


ybris, tú sabes bien que dejarse llevar por la corriente de la escritura deja (cuando baja el caudal) residuos emocionales perfectamente identificables y que ni imaginabas que flotaban en tu interior.
(Quizás es que no flotaban y estaban ahí en el fondo)
Gracias, majo.
Me gusta cómo me lees y cómo comentas.
Mi abrazo.

Anónimo dijo...

Yo no me río: Dos días sin post, con el frío que hace.
Larisa

Nikté dijo...

Pues si, trás lo leído, hemos llegado a la conclusión -mis múltiples personalidades, y yo cuando me ausento; to el mundo tiene algún defectillo- que su relato del niño suicida es de lo más optimista que he leído últimamente.

Cabe destacar, los personajes de esas dos novicias, que pa mi que no lo eran tanto, y ese no saber si pa la derecha o pa la izquierda; lo cual denota una desorientación política bastante preocupante.

Suerte que ese niño no me tenía cerca, que si no... no sale con vida, porque le doy una clase magistral de esas que yo me se "Como matarse tragando agua" que nunca falla.

Para eso lo primero es contar con un río mu grande, por ejemplo el Orinoco. Después te vas al Orinoco, te cuidas que no te coma un cocodrilo porque si no, se nos chafa el invento: Tienes que morir ahogado y siendo niño, por lo que no puedes crecer, así que no puedes beber mucha leche.

Reunida estas condiciones...Ah, tampoco puede haber monjas (estas son muy seductoras y te podrían disuadir de tu objetivo) ya se sabe, en el Orinoco hay muchas, pero van a la hora de la siesta.
Evita estas horas.

Ya estamos, el Orinoco y tú, solos, ambos, y le dices ¿Me ahogas?
Y como es tan grande y generoso, se mete en tu boca, de allí al estómago y mueres por un exceso de hidratación.

La próxima vez me preguntas Pedro, que se mucho de estas cuestiones.

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