domingo, 28 de febrero de 2010

Quiero irme.


Creen que no les oigo, cómo si la mascarilla me tapara los oídos, qué más quisiera, ojos y oídos, toda tapado y bien tapado. Estoy harta de este guiñapo que todos mueven, que ahora un tubo, luego otro, y después pincha que te pincha. Les oigo, claro que les oigo. La pastilla roja después del caldito, la verde con el yogur y a ver si esta vez no lo echa todo. Oye, ¿has hablado con Francisco? sí, le viene mal hoy, está esquiando, tiene una nieve estupenda y quiere aprovechar. ¿Y la señora que le cuida? lo tenemos claro, no nos coge el teléfono, seguro que está de ligue. ¡De ligue! qué más quisiera ella, lo que está es aburrida de pasarse la vida a mi lado, para un domingo libre que tiene habrá desconectado el móvil, dirá que se ocupen los hijos, pobres, tienen que estar hartos de esta vieja inútil y cuando se tiene salud nadie quiere pasar el tiempo en un hospital viendo miserias. ¡Ay Jesús! Con lo que yo he sido…que lo mismo plantaba lechugas que daba de comer a las gallinas, menudo caldo hacía con las pobres, no esta porquería con cuatro fideos bailando que me ponen aquí porque tengo que comer para ponerme buena, que manía, si no quiero ponerme de ninguna manera, quiero que esto acabe de una vez, mira que se lo digo a Él: todos los días un rosario por la mañana y otro por la tarde, para que me lleve, me da pena no ver más a mis hijos, pero más pena me doy yo.

¡Ay! lo que faltaba, tengo ganas de mear, pues a mi no me ponen otra vez la bacinilla, menuda cochinada. Mira que lo pasé mal con los dodotis, pero no me quedó otra: mi hija no podía estar toda la noche en danza que al día siguiente tiene que ir a trabajar. Me acostumbré, todo tiene sus ventajas, no tienes a nadie delante y lo haces cuando quieres, pero llegas aquí y te ponen esta cosa verde, como aquella película, la de ese actor mayorcito que gesticula mucho ¿cómo era…? sí, Nicolsón, que se lía con chavalas y con tanta pastilla de esas para los que no pueden, le da un infarto. No me acuerdo como acaba, sólo de cuando va por el pasillo del hospital y se le abre la bata, menuda pinta tenía con el culo al aire…bueno, Josefa, déjate de películas que te vas a mear encima, pero ¿cómo le digo a mi nuera que me acompañe hasta el cuarto de baño? con lo esmirriada que está nos caemos las dos al suelo, seguro. ¿No habrá forma de que alguien me ayude? para ir a mear no, soy una tartana de 85 años y quiero irme para siempre. 

(Colaboración anónima.)



6 comments :

sk8 dijo...

Profundamente triste, auténtico y real.
Los que hemos ayudado a otros, sabemos de que habla el Anónimo. Un abrazo...

Pedro M. Martínez dijo...

sk8 es Anónima y escribe así de bien.
La historia es tan real que duele.
Aquellos que han estado dentro de la cama como paciente y fuera de la cama como cuidador lo saben doblemente.
Lo de la edad es un lujo (llegar a 85 años tan lúcidos)
Un fuerte abrazo para ti.

Tesa dijo...

Buen texto.
Triste.
Yo no quiero llegar a los 85.

Inés González dijo...

Vivir con dignidad y morir con dignidad es un derecho fundamental, transitar por ese lado perverso de la medicina da vértigo, yo tampoco quisiera vivir hasta los 8o y tantos...y para colmo con tanta lucidez!

gaia07 dijo...

Dejémosla ir.

En la tribu de los Creeks, en el sur de África, les dejan en una choza con agua y comida. En Samoa, Polinesía, cuando el anciano ve cercana su muerte solicita un funeral en el que será el invitado de honor del festejo de despedida, y se le deja morir en paz.

“… morir no es difícil. Un adormecimiento, un deslizamiento, un tránsito dulce, incluso agradable. La conciencia no está allí para dar al dolor su intensidad, su mordacidad, su fuerza…
En cambio tener que morir, saber que uno va a desaparecer, vivir con este pensamiento, ése es el problema…
… vivir aprovechando la vida para morir bien la muerte…” Michel de Montaigne


Usemos pues la técnica y los conocimientos que poseemos para que ese deslizamiento sea indoloro, tranquilo, cuando cada cuerpo lo decida, y no para retenerlo forzándolo.

Shandy dijo...

Un buen texto. Lo leo por segunda vez y me acongoja. ¿Por qué no lo peueden poner más fácil? Ese texto que deja Gaia de Montaigne: "Morir no es difícil... hasta puede ser un tránsito agradable" . Lo peor es tener que dejarte morir, sintiéndote morir, viviendo el proceso destructor de la muerte. Es cruel, maldito pensamiento cristiano.

Un abrazo fuerte

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