martes, 17 de noviembre de 2009

Heike Monogatari.



En el sonido de la campana del monasterio de Gion resuena la caducidad de todas las cosas. Como el sueño de una noche de primavera, así de fugaz es el poder del orgulloso. Como el polvo que dispersa el viento, así los fuertes desaparecen de la faz de la tierra. (Heike Monogatari)
Hubo un tiempo, recuerdo, en el que daba vueltas al árbol de los días. Todo era fácil, alegre, relucían las mañanas, corría por ellas como un Mercurio ciego.

Me comía la vida a bocados, como a una manzana roja, olorosa, dulce.

Luego la manzana se endureció y hube de quitarle la piel, cortarla en pequeños pedazos, morderlos con cuidado, masticarlos repetidamente y soportar las malas digestiones.

Un día cambiaron los papeles, me volví manzana, colgado de una rama, expuesto a los vientos, al frío, a la lluvia, soportando los picos de los pájaros.

Aún así la vida iba de otoño a primavera y todo era como debía ser, llovía de arriba abajo, la nieve era negra y los tigres se comían a los fotógrafos audaces.

Hoy me he despertado en medio de nada, un mundo sin eco donde todo es blanco, o negro, no importa, todo no es, no hay manzanas. Hablo, grito, doy vueltas sin sentido, no hay nadie, tampoco yo estoy.




Artículo 2.

• Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

• Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.


7 comments :

Shandy dijo...

No se ha despertado todavía, es la nada de una pesadilla o la pesadilla de una nada que deslumbra la mirada con su vacío. Porque la nieve es blanca y las manzanas rojas, verdes o amarillas y siguen en los árboles. La percepción cambia cuando despertamos de las noches en que los pájaros nos picotean.
El prisma descompone la luz blanca en un espectro de colores.
Pedro, tu texto es triste y el poema que te dejo también. Pero en ambos hay belleza que nos despierta de la nada y nos hace sentir que sí estamos:

ACABO de regresar de un lugar
al que ya no sé ir.

Ni siquiera sé ya si era su nombre
o era su piel. O era la lluvia a secas.

Qué más doy.

Lo amado se deshace,
como se va la luz, los padres, los inviernos.
como se va de pronto hacia uno mismo
sin saber aún siquiera donde estás.

No recuerdo siquiera qué fue lo que ocurrió.

Se arrojó la ventana de mi infancia
por su propia ventana
y recogí su cuerpo hecho mi edad,
quizá fue sólo eso.

El cuello de la noche, el cisne negro
enroscando su frío en mi bufanda,
un mal día o la vida.

Charco, miedo, memoria.
Qué más doy.

Cuarenta y nueve trozos
preguntando a la vez
cómo empezar de nuevo
en ningún sitio,

cuándo acaba
el lugar donde nacimos,
la tierra donde entramos,
la boca de mis túneles,

la lluvia de esta noche
que cae desde otra altura,

como caen los suicidas.

Fernando Beltrán

Ventana indiscreta dijo...

Sir Peter:

Vaya con el texto, calientas la prosa y nos haces una compota. Adán y Eva y el pecado. Sí, y después te engulles tu propio melos y dices que no estoy. ¡Con lo digestivas que son las manzanas! Acompañemos con Panero (uno de ellos) a Fernando Beltrán.

El hombre invisible

Se mira en el espejo que ya no le refleja,
todo, menos él, aparece en la fría superficie,
la habitación, muebles y cuadros, la variable luz del día.
Así aprende, con terror silencioso, a verse,
no en los gestos teatrales —aún rasgos humanos— de la muerte,
sino en los días de después, en el vacío de la nada.
Inútil cerrar los ojos, estúpido romper el terco espejo,
buscar otro más fiel o más amable.
Es él sólo, el hombre invisible, el que desaparece,
es sólo él, una huella borrada,
que no contempla a nadie, porque es nadie,
la nada en el cristal indiferente de la vida.

Tempus fugit dijo...

El otro día casi me pilla un tigre...
y pensé que sería una suerte ser manzana y volver a la nada desde la mano de Eva.


un abrazo

Arantza G. dijo...

La manzana; el fruto prohibido
Tentador, mi querido Pedro.
Aparte de un beso, hoy te doy un mordisco. jajajaja

Tinta de aterrizaje dijo...

Que no haya manzanas, que no haya alimento.
Que seamos satélites de la nada.
Que ya no ubiquemos la sensación de olor y sabor de las cosas dentro de nosotros: qué tristeza.

ana p. dijo...

un beso con olor a manzana abierta

gaia07 dijo...

Si que es triste, si, como lo de las damas tristes de los clanes militares Genji y Heike.

La destrozamos a bocados, la paladeamos y la tragamos, hasta que nos toca a nosotros, y entonces empezamos a preocuparnos por lo de existir.

Jaroussky fantástico, fascinante poder vocal.
Agradable y enriquecedor Glup.
Un beso Pedro.

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