miércoles, 14 de octubre de 2009

Postsdam



En Berlín es muy sencillo y rápido desplazarse de un lugar a otro.
Para contrastar con tantas visitas a museos y monumentos, aquel día viajamos en tren hasta Postsdam.
Fue allí pero pudo haber ocurrido en cualquier lugar.

La conferencia de Potsdam fue una reunión llevada a cabo en Potsdam, Alemania (cerca de Berlín) entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945. Los participantes tuvieron lugar en el Palacio Cecilienhof y fueron la Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos, los más poderosos de los aliados que derrotaron a las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial. Los jefes de gobierno de estas tres naciones eran el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Iósif Stalin, el primer ministro Winston Churchill) y el presidente Harry S. Truman, respectivamente.
Stalin, Churchill y Truman (así como Clement Attlee, que sucedió a Churchill tras ganar las elecciones de 1945) habían acordado decidir cómo administrarían Alemania, que se había rendido incondicionalmente nueve semanas antes, el 8 de mayo. Los objetivos de la conferencia también incluían el establecimiento de un orden de posguerra, asuntos relacionados con tratados de paz y el estudio de los efectos de la guerra. (De Wikipedia)



Pasamos la mañana de acá para allá, en tranvía, caminando. Vimos sus palacios, las espléndidas villas, los jardines, los rincones llenos de historia.
Algunas calles estaban llenas de compradores compulsivos, otras calles estaban desiertas, en muchas de sus aceras había ancianas en sillas de ruedas que empujaban jóvenes morenas. Nos sorprendió la cantidad de locales dedicados a las antigüedades. Entramos en lujosas librerías con tentadoras ediciones de libros en incomprensible alemán. Visitamos tiendas de diseño con bellas dependientas. Tomamos cerveza entre ruidosos y altos alemanes. Hacía bastante calor, bebimos muchas cervezas.

A la hora de comer encontramos un hotelito algo apartado del centro. Nos sentamos en la terraza a la sombra de unos tilos y escogimos grillteller altstadt y schweinemedaillons nit pfifferlingen, un delicioso menú, con más cerveza.

Estábamos muy a gusto. Nuestra conversación se volvió fluida y confidencial, teníamos ganas de hablar, de contarnos. Nos descubrimos secretos mutuamente.

Antes de los postres citó un pasaje del libro que estaba leyendo, un párrafo que le había sorprendido.

¿Por qué? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás se nos vuelve quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas? ¿Por qué se oscurece el recuerdo de unos años felices de matrimonio cuando nos enteramos de que el otro tuvo un amante durante todo ese tiempo? ¿Acaso porque en semejante situación no se puede ser feliz? Y, sin embargo, ¡éramos felices! A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura siempre. Porque sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor inconsciente e ignorado ¿es dolor? (El lector. Bernhard Schlink)

-¿Qué te parece?-me preguntó, risueña.

-Tiene razón ese Schlink –contesté- la felicidad de un tiempo no está reñida con lo que podamos conocer después. Un tiempo luminoso lo será aunque después todo se oscurezca.

Me miró a los ojos y, sin vacilar, dijo -En estos diez años ¿me has sido infiel alguna vez?

Fue la bebida, estábamos tan a gusto, la comida estaba siendo deliciosa. -¿Y tú a mí?- repliqué confundido.

-He preguntado primero, di, anda –dijo, con gesto mimoso, sonriente

Lo tenía dentro desde hace tiempo. Me dolía. No sabía cómo sacarlo. Acaricié su mano y respondí –Solo dos veces, no fue nada, casi lo había olvidado.

– ¿Os acostasteis dos veces? – se borró su sonrisa, retiró la mano, utilizó su apellido, ni siquiera su nombre -¿Con Aguirre?

No sé cómo pudo saberlo, no fueron dos, fueron más veces. Terminó pronto, cuatro meses, ni siquiera nos hemos vuelto a ver. No dije nada de esto, solo pude añadir –No, no fue lo que te has imaginado…-

Sin dejarme terminar se levantó y se fue con pasos apresurados. Volvimos a Berlín en trenes diferentes. Aquella misma noche se cambió de hotel. Después de tantos años no sé cómo pudo sospecharlo. ¿Qué importancia tiene ya?

Sigo solo, estamos en trámites de separación. Maldita cerveza.




24 comments :

Arantza G. dijo...

Yo pensaba que era el vino el que saca cosas que uno se calla, por lo visto, también la cerveza.
Habrá que tener más cuidado.
Besos

mabel g. c.© dijo...

Huy! No veas cómo se me han puesto los dientes! Y eso que esta semana no tengo "entrevista con el vampiro".

No sé qué haría en un caso así, creo que para saberlo hay que verse en la situación. Tal vez una infidelidad no sea motivo suficiente para tirar todo por la borda, si la felicidad existe, la felicidad real, no la utópica de cuentito de hadas.

El texto es tan efectivo que casi estaba viendo la escena. Me sentí tan afectada por ese abandono, esa incapacidad de perdonar, siendo tan felices... Tuve que ira a la farmacia en busca de un ibuprofeno, porque no podía con el dolor de alma.

Muy bueno. Besos.

Marisol Cragg de Mark dijo...

Vivo a media hora de Potsdam ;-)
Este viaje a Berlín y alrededores marcó tu historia de vida.
Muchos saludos y sin cerveza a la mano.

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G., depende de la cerveza que tomes.
Y lo de tener más cuidado, con qué, con el vino o con las infidelidades.
Ay, si no se puede…
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

mabel g. c. muchísimas gracias.
Si lo que me cuentas es cierto es un gran elogio a mi relato.
Como casi todo lo que escribo es verdadero en un porcentaje muy alto. Estimo que en un 80%.
El 20% que me he inventado lo dejo a tu discreción (una ayuda: no volví solo a Berlín) .
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Marisol depende esa media hora hacia donde sea seguro que es un buen lugar para vivir (excepto en invierno)
He hecho varios viajes a Berlín.
Ese que cuento sucedió este pasado agosto.
En Potsdam me subí a un tranvía (bueno, a varios) y lo recorrí de punta a punta (me perdí unas cuantas veces, claro. Llegué a parajes desiertos). Sobre todo evité aquellos lugares donde había turistas. Y comí deliciosamente en un hotel de las afueras, exactamente eso que digo (aunque no con tantas cervezas), atendidos por una camarera rubia, risueña y muy simpática.
Saludos (te llamaré en mi próxima visita)

gaia07 dijo...

El cuerpo existe como compañero del alma, el alma es quién puede manipular y ser manipulada.

A quién se le ocurre hablar de felicidad cuando contrata sentimientos y necesidades, cuando oculta la mentira tras la rutina y lo habitual, cuando embadurna la mala conciencia de tranquilidad, cuando su individualidad natural se convierte en ultraje, cuando promete ser siempre el mismo que cambia en cada segundo.

Desde que no me comprometo a ser fiel a nada ni a nadie, soy cada día más fiel a mi misma y por ende a los demás.

virgi dijo...

¡Ah, Berlín! ya he ido varias veces, me encanta...y ese libro es precioso.
Me veo en buena parte de esa conversación, pero no en Berlín precisamente...¡ay, señor!
Ahora me toca decir: "Los caminos del Señor son insondables"...

ane dijo...

Berlin. Parece que con pronunciar su nombre recitas un poema. Berlin. Solo una palabra y tantas... y que lo entienda quien lo quiera entender.

Berlin. Parece que cada vez que lo pronuncias se tiene que encender una luz. Berlin. Y se enciende.

pepa mas gisbert dijo...

Es tan hermoso lo que se dice en "El lector" y quizás por eso, tan utópico...

Un abrazo

Arantza G. dijo...

Con ambos, mi querido amigo.
Besos fieles.

Shandy dijo...

Uf, coincido absolutamente.
"Tiene razón ese Schlink –contesté-la felicidad de un tiempo no está reñida con lo que podamos conocer después. Un tiempo luminoso lo será aunque después todo se oscurezca".
Pero mira, Pedro Glup, tengo subrayado esto:
“No es que la gente tenga la intención de mentir, sino que cuando se trata del pasado la verdad tiende a volverse turbia muy pronto”.
El país de las últimas cosas, Paul Auster.

También me pregunto ¿Por qué somos incapaces de callarnos y hacemos preguntas estúpidas que pueden hacer tambalear una buena relación? (y me lo digo a mí misma. Que una cosa es la teoría y otra la praxis). Y, claro, en momentos de tanta armonía ¿cómo se va a mentir? Los amantes de Teruel,tonto ella y tonto él.
No creo que una buena relación se venga abajo por una confesión como esa. Pero desde luego, que puede romper cierta felicidad y provocar desconfianza. Si uno pregunta debe estar preparado para asumir la respuesta.
La película "Escenas en una galería" de Woody Allen toca con mucho humor este tema: las confidencias y los secretos. No acaba la cosa tan mal.
Desde luego, tengo claro - y poco empeño en ello-, de que las buenas cosas vividas, no las oscurece ninguna verdad amarga del pasado. Y si por momentos asalta la tentación, Zas! a cortarle el cuello.
Besos

YoSusan dijo...

Pues yo lo veo claro:
Si quieres ser sincero, no seas infiel.
Y si eres infiel, no seas sincero.
En ambos casos, se feliz.

Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Ha quedado claro gaia07
Aunque no es del todo cierto. Aquí vienes fielmente cada día y te lo agradezco.
¡Guapa! Un besazo.

Pedro M. Martínez dijo...

virgi, oye, y tú quién eres de los dos, ella o él.
Quise escribirlo sin definir el género, quién era el infiel, la mujer o el hombre, pero no me salía. Lo dejé así.
En mi próximo viaje a Berlín intentaré otro. Saludos.

Pedro M. Martínez dijo...

ane, no sé cómo llegas aquí pero me gusta. Por muchas razones.
Y es cierto, dices Berlín y se enciende una luz. O muchas. Siempre que voy se me ilumina el corazón.
(Aunque también me pasa cuando pronuncio Elantxobe o Bilbao o Finisterre o Cádiz o París)

Pedro M. Martínez dijo...

Persigamos la utopía mi nombre es alma quizás seamos más felices.
Lo que ocurre es que la utopía corre como un gamo y no forma de pillarla.
Un abrazo

Pedro M. Martínez dijo...

Así me gusta Arantza G., la fidelidad es la madre de todos los…
Esto…se me ha olvidado.
En cualquier caso te beso.

Pedro M. Martínez dijo...

La verdad Shandy me gustaría tener más tiempo y más ingenio como para poder desarrollar estos temas, me parecen muy interesantes. Pero doy lo que doy, esto es un blog y todo va tan rápido que bastante tengo con mantenerlo y que la amabilidad de los vienen lo mantenga.
Por mi parte no confesaría una cosa así ni con altas dosis de la droga de la verdad, antes me corto la lengua. Esto no es lo que parece, reina.
Pero, mira, en mi cuento, ella estaba mosqueada, algo sabía.
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Lo tienes claro YoSusan, qué suerte.
Pero me parece que todo no se puede, ser sincero, feliz y fiel creo que es mucho.
Aunque para muchos/as ser infiel no es que sea difícil, es que es imposible (y es que el tiempo estropea mucho, dímelo a mí)
Besos

irene dijo...

Espero no morirme sin conocer Berlín.
Estoy en contra de las mentiras, pero, a veces, algunas verdades no deberían tener demasiada importancia.
Quería dejarte un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Bueno irene, ese tío se acostó al menos dos veces con Aguirre.
Es que hay verdades que duelen
La que mejor se lo pasó…Aguirre,
Un abrazo fiel a la verdad.

LA ZARZAMORA dijo...

Lo leí, en el tren.
Tengo montonadas de páginas escritas al respecto.
Bs.
Un buen libro, otro más.

Pedro M. Martínez dijo...

eva-la-zarzamora, un buen libro, otro más.
Exacto, eso me pareció.
Bs

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