sábado, 23 de mayo de 2009

A Blas de Otero. (Gabriel Celaya)


Amigo Blas de Otero: Porque sé que tú existes,
y porque el mundo existe, y yo también existo,
porque tú y yo y el mundo nos estamos muriendo,
gastando nuestras vueltas como quien no hace nada,
quiero hablarte y hablarme, dejar hablar al mundo
de este dolor que insiste en todo lo que existe.

Vamos a ver, amigo, si esto puede aguantarse:
El semillero hirviente de un corazón podrido,
los mordiscos chiquitos de las larvas hambrientas,
los días cualesquiera que nos comen por dentro,
la carga de miseria, la experiencia —un residuo—,
las penas amasadas con lento polvo y llanto.

Nos estamos muriendo por los cuatro costados,
y también por el quinto de un Dios que no entendemos.
Los metales furiosos, los mohos del cansancio,
los ácidos borrachos de amarguras antiguas,
las corrupciones vivas, las penas materiales...
todo esto —tú sabes—, todo esto y lo otro.

Tú sabes. No perdonas. Estás ardiendo vivo.
La llama que nos duele quería ser un ala.
Tú sabes y tu verso pone el grito en el cielo.
Tú, tan serio, tan hombre, tan de Dios aun si pecas,
sabes también por dentro de una angustia rampante,
de poemas prosaicos, de un amor sublevado.

Nuestra pena es tan vieja que quizá no sea humana:
ese mugido triste del mar abandonado,
ese temblor insomne de un follaje indistinto,
las montañas convulsas, el éter luminoso,
un ave que se ha vuelto invisible en el viento,
viven, dicen y sufren en nuestra propia carne.

Con los cuatro elementos de la sangre, los huesos,
el alma transparente y el yo opaco en su centro,
soy el agua sin forma que cambiando se irisa,
la inercia de la tierra sin memoria que pesa,
el aire estupefacto que en sí mismo se pierde,
el corazón que insiste tartamudo afirmando.

Soy creciente. Me muero. Soy materia. Palpito.
Soy un dolor antiguo como el mundo que aún dura.
He asumido en mi cuerpo la pasión, el misterio,
la esperanza, el pecado, el recuerdo, el cansancio,
Soy la instancia que elevan hacia un Dios excelente
la materia y el fuego, los latidos arcaicos.

Debo salvarlo todo si he de salvarme entero.
Soy coral, soy muchacha, soy sombra y aire nuevo,
soy el tordo en la zarza, soy la luz en el trino,
soy fuego sin sustancia, soy espacio en el canto,
soy estrella, soy tigre, soy niño y soy diamante
que proclaman y exigen que me haga Dios con ellos.

¡Si fuera yo quien sufre! ¡Si fuera Blas de Otero!
¡Si sólo fuera un hombre pequeñito que muere
sabiendo lo que sabe, pesando lo que pesa!
Mas es el mundo entero quien se exalta en nosotros
y es una vieja historia lo que aquí desemboca.
Ser hombre no es ser hombre. Ser hombre es otra cosa.

Invoco a los amantes, los mártires, los locos
que salen de sí mismos buscándose más altos.
Invoco a los valientes, los héroes, los obreros,
los hombres trabajados que duramente aguantan
y día a día ganan su pan, mas piden vino.
Invoco a los dolidos. Invoco a los ardientes.

Invoco a los que asaltan, hiriéndose, gloriosos,
la justicia exclusiva y el orden calculado,
las rutinas mortales, el bienestar virtuoso,
la condición finita del hombre que en sí acaba,
la consecuencia estricta, los daños absolutos.
Invoco a los que sufren rompiéndose y amando.

Tú también, Blas de Otero, chocas con las fronteras,
con la crueldad del tiempo, con límites absurdos,
con tu ciudad, tus días y un caer gota a gota,
con ese mal tremendo que no te explica nadie.
Irónicos zumbidos de aviones que pasan
y muertos boca arriba que no, no perdonamos.

A veces me parece que no comprendo nada,
ni este asfalto que piso, ni ese anuncio que miro.
Lo real me resulta increíble y remoto.
Hablo aquí y estoy lejos. Soy yo, pero soy otro.
Sonámbulo transcurro sin memoria ni afecto,
desprendido y sin peso, por lúcido ya loco.

Detrás de cada cosa hay otra cosa que es la misma,
idéntica y distinta, real y a un tiempo extraña.
Detrás de cada hombre un espejo repite
los gestos consabidos, mas lejos ya, muy lejos.
Detrás de Blas de Otero, Blas de Otero me mira,
quizá me da la vuelta y viene por mi espalda.

Hace aún pocos días caminábamos juntos
en el frío, en el miedo, en la noche de enero
rasa con sus estrellas declaradas lucientes,
y era raro sentirnos diferentes, andando.
Si tu codo rozaba por azar mi costado,
un temblor me decía: «Ese es otro, un misterio.»

Hablábamos distantes, inútiles, correctos,
distantes y vacíos porque Dios se ocultaba,
distintos en un tiempo y un lugar personales,
en las pisadas huecas, en un mirar furtivo,
en esto con que afirmo: «Yo, tú, él, hoy, mañana»,
en esto que separa y es dolor sin remedio.

Tuvimos aún que andar, cruzar calles vacías,
desfilar ante casas quizá nunca habitadas,
saber que una escalera por sí misma no acaba,
traspasar una puerta -lo que es siempre asombroso-,
saludar a otro amigo también raro y humano,
esperar que dijeras -era un milagro-: Dios al fin escuchaba.

Todo el dolor del mundo le atraía a nosotros.
Las iras eran santas; el amor, atrevido;
los árboles, los rayos, la materia, las olas,
salían en el hombre de un penar sin conciencia,
de un seguir por milenios, sin historia, perdidos.
Como quien dice «sí», dije Dios sin pensarlo.

Y vi que era posible vivir, seguir cantando.
Y vi que el mismo abismo de miseria medía
como una boca hambrienta, qué grande es la esperanza.
Con los cuatro elementos, más y menos que hombre,
sentí que era posible salvar el mundo entero,
salvarme en él, salvarlo, ser divino hasta en cuerpo.

Por eso, amigo mío, te recuerdo, llorando;
te recuerdo, riendo; te recuerdo, borracho;
pensando que soy bueno, mordiéndome las uñas,
con este yo enconado que no quiero que exista,
con eso que en ti canta, con eso en que me extingo
y digo derramado: amigo Blas de Otero.





Blas de Otero nació aquí al lado, Gabriel Celaya también nació aquí al lado, el mundo es tan pequeño que todos nacemos aquí al lado (aunque luego cada uno nos vamos hacia un costado, hacia otro, nos vamos).

En un tiempo me leí a Celaya de cabo a rabo, me gustaba su poesía clara, -social decían-, su fuerza, le entendía, era humano. También me leí a Blas (aunque para mi gusto hablaba demasiado de Dios). En aquel tiempo no hice la Revolución, estaba demasiado ocupado, buscándome. Sé que ya nunca voy a encontrarme, creo que ahora tampoco la haré. Lo dejo entre tantas cosas como tengo pendientes (si mi madre me escuchara llamar “cosa” a la Revolución ...)

Ahora leo a Celaya, lo que he copiado arriba, ay, con cosas así cómo demonios ando leyendo blogs (con todos mis respetos). Mis excusas, que cada uno lea y haga lo que le venga en gana. Aunque con este sábado tan maravilloso, con la primavera rompiéndose ahí fuera, todo verde, nuevo, con brisa, sombra bajo los árboles de los jardines de Albia ¿qué hago escribiendo estas tonterías? Me voy. La vida está ahí fuera, que ustedes la/o disfruten.



20 comments :

Ventana indiscreta dijo...

Siempre he sentido en los buenos poemas su carácter invocatorio. Bien nos invocamos a nosotros mismos, bien invocamos al resto. Aun abundando Celaya en Dios en este poema denso y terso dedicado a su amigo, me atrae especialmente la invocación explícita y sobre todo su colofón:

Invoco a los que sufren rompiéndose y amando.

Besos Pedro, sin ruptura.

 Mayte dijo...

Celaya...otro recuerdo y un gusto adquirido por ese otro Pedro, a veces me pasa lo que con los poetas que ya no estan...vaya creo que paso de hecho ahora mismo, que esas personas que no estan pero han dejado huella con sus palabras, con sus actos nos siguen llenando de vida y ganas de vivirla, si. Ha sido bueno hoy leerte y salgo de puntillas a correr por la vida que también me espera-n.

Bikos de fin de semana! :D

gloria dijo...

No puedo ni rechistar, Pedro... sabes que Celaya me fascina, lo sabes. Y también Blas de Otero... Qué te voy a decir, vive, o haz lo que quieras, yo te doy las gracias por esta entrada, de verdad. Me has hecho sonreír y hoy no era fácil, te lo aseguro.
Un beso.

gaia07 dijo...

Se puede disfrutar todo, a Celaya bajo las sombras de los jardines de Albia o en la Malvarrosa con la brisa pasando las hojas, y a Pedro bajo la parpadenate pantalla cómodamente en casa o en la tertulia del café-teatro.

Ahora entiendo por qué te veo siempre tan guapo, y no es cuestión de graduación sino de cómo te alimentas jajajaja.

Un beso a bocajarro.

ybris dijo...

Andaba con Blas de Otero entre las manos y me ha impresionado leer a Celaya hablando de él.
Mientras lo cuentas tú desde tan cerca y tan al lado.

Gracias.

Pedro M. Martínez dijo...

Ventana indiscreta

CIEGAMENTE
Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente. diente a diente,
vos bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
a través de la sangre y de la nada.
porque busco tu noche toda entera.

Porque quiero morir, morir contigo
esta horrible tristeza enamorada
que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.
(Blas de Otero)

Por eso cada día alterno lecturas y busco.
Aunque Blas está muerto y Carmen –por ejemplo- bien viva.
No sé sí…
Pues eso.
Besos con 1,84 respetos.

Pedro M. Martínez dijo...

MayteAMOR DE HOMBRE

Mi estricta voluntad, mi punta seca
que está domando en ella
oceánicas pasiones y rumores antiguos. El cauterio que aplico
a esa llaga amorosa que, sin forma, palpita.
Si hiero, mato, engendro.
(Su exánime sonrisa me conmueve y me excita.)
Si la acaricio, mido,
sujeto sus equívocos y todas
las suavidades sumas que a la nada convidan.
Hasta que al fin, en sangre,
en su sólo sí misma,
en mi ir traspasando mis propios sentimientos,
la obtengo, mato, muero.
(Gabriel Celaya)


El sábado fue bueno ¿el tuyo?
Este domingo es dulce, el tuyo también.
Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Lo mejor gloria, esa sonrisa, vuelve y ríete con ganas, ese es un premio, gracias.
Un beso.


APASIONADAMENTE


¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!.
(Gabriel Celaya)

Pedro M. Martínez dijo...

Te lo repito gaia07, gradúate las gafas, te agradezco el requiebro pero llevo ya rotos diez espejos, no me miro, no me peino, me atuso los bigotes y hala, a la faena.
Un beso y lo que siga, que hoy es fiesta.

TÚ, QUE HIERES

Arrebatadamente te persigo.
Arrebatadamente, desgarrando
mi soledad mortal, te voy llamando
a golpes de silencio. Ven, te digo
como un muerto furioso. Ven. Conmigo
has de morir. Contigo estoy creando
mi eternidad. (De qué. De quién). De cuando
arrebatadamente esté contigo.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo
a golpes de agonía. Ven. No quieres.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo
a besos de ansiedad y de agonía.
No quieres. Tú, que vives. Tú, que hieres
arrebatadamente el ansia mía.
Blas de Otero

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, paseaba un día por la Plaza Nueva (como la Plaza Mayor pero en bilbaína) y en un balcón declamaba un hombre con traje gris.
Pregunté “¿Quién es?”.
“Garaikoetxea!- me dijeron- “un político, ya sabes”
“¿De qué va esto?
“Es un homenaje a Blas de Otero”
“Y ¿quién es ese?”
“Un poeta, ya sabes.”
Desde entonces Garaikoetxea cada vez me gustó menos y Blas de Otero más.


Estas cosas cantaba:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero

Arantza G. dijo...

Gracias por toda esta página.
Besos

gloria dijo...

Pedro he vuelto para volver a sonreír y para darte no una sino mil gracias, de corazón.

Un abrazo, apasionado, por supuesto.

Pedro M. Martínez dijo...

Que no te falte de nada Arantza G..
Muchas gracias a ti.

Te escribo desde un puerto.
La mar salvaje llora.
Salvaje, y triste, y solo, te escribo abandonado.
Las olas funerales redoblan el vacío.
Los megáfonos llaman a través de la niebla.
La pálida corola de la lluvia me envuelve.
Te escribo desolado.
(Celaya)

Pedro M. Martínez dijo...

gloria, para tu sonrisa me pongo una nariz de payaso y canto.
¿Mejor así?
Lo que necesites, si hace falta me caigo otra vez.
Cataplummm
Y luego te abrazo.
(Guapa. Guapa. Guapa)

Anónimo dijo...

Llego tarde, pero llego y no me aguanto:

"Pretéritos imperfectos, futuros perfectos
estáis llenos de versos,
Después de tanto lirismo, yo, gramático, pienso en cuanto reina latente,
y en lo intenso y aún no extenso,
y en lo que a veces sólo
parece combinatorio, sonambúlico e indefenso.
Pienso
cruelmente contra mí lo que no debo,
ferozmente repleto de misterios.
Y juego.

Sé que al fin la mecánica del verso y la sintaxis
dirán lo que no quiero.
Juego.
No al inconsciente, sólo según el reglamento,
Y no hay musa, ni dios, y por eso tengo miedo.
Pero maquinálmente, juego.
La Gramática es mi reino
y dios o la musa, cero.
El mundo surgirá cuando organice
el animal, celeste y adorable palabreo"

("Buenos días, buenas noches" G. Celaya)

y también, contra las tormentas, ¿Puedo?:

"Si yo fuera un César
proclamaría el desorden, la anarquía,
el derecho a ser idiota
y como primera virtud ciudadana dictaría
la explosión de la risa:
La risa a todo trapo frente al orden,
frente al César, frente al mundo, frente a mí, frente a tí que me miras con cierta ironía". G.C.

Y sale el sol.

MARI PILI.

 Mayte dijo...

El sábado fue bueno...he jugado algo que se llama futbolín ¿te suena? me he divertido mucho con los amigos. Y este domingo si, fue dulce...mucho, me la pase inventando recetas de pan nuevo...pero esa es otra historia...

Gracias por esa poesía no la conocía...a veces me enfado conmigo misma hay tantas cosas que deseo leer y a veces el tiempo es tan rápido...es muy bello te lo copió y me lo llevo.

Un bikiño enorme Pedro...sonrío de nuevo y me voy de puntillas :D

Pedro M. Martínez dijo...

Mayúscula MARI PILI., tú nunca llegas tarde.
¿sabes quién era Amparitxu? (un día te contaré lo que le hicieron en un homenaje a Celaya)
¿Y Ana?
¿Y Pablo?
¿Sabes quién soy yo?
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Mayte, me alegro mucho de tu sábado bueno.
Futbolín, claro que me suena. Una vez participé en un campeonato en un bar de mala muerte de un barrio de mala muerte. Soy atrevido, pero miedo me dio entrar y mucho más salir. Sobre todo porque quedamos finalistas. No te imaginas qué personal participaba. Va, salimos vivos (porque perdimos).
Y no te enfades contigo misma, es imposible leer todo, es imposible hacer todo.
Disfrútate como eres.
Eso hago yo (me he vuelto mkuy indulgente)
Un beso.

Anónimo dijo...

Sí, sí, sí. Lo de Amparitxu, lo de Ana y Pablo. Sé hssta de Glup. De tí, no. Anda, cuéntame, despacito.

MARI PILI.

Pedro dijo...

Mayúscula MARI PILI. ¿vale por teléfono?
Anda, siéntate, empiezo.
Pues señor, érase una vez……………………………………………………………
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