miércoles, 1 de abril de 2009

Grieta.


A Jarifa en una orgía (fragmento)

Ven, Jarifa; tú has sufrido
como yo; tú nunca lloras.
Mas, ¡ay, triste! que no ignoras
cuán amarga es mi aflicción.
Una misma es nuestra pena,
en vano el llanto contienes ...
Tú también, como yo, tienes
desgarrado el corazón.

José de Espronceda



El lugar exacto donde comenzó es Burdeos, en Francia.

El pequeño Jean Jacques se escondía de sus amigos en unos de esos juegos que la mayoría de los niños actuales han olvidado. No quería que le descubrieran, conteniendo la respiración estaba tumbado sobre una gran roca aún caliente por el sol del mediodía. Para no aburrirse, con la uña dibujaba rayas paralelas en la superficie de piedra. Fue entonces cuando la vio. La grieta tenía apenas veinte centímetros pero en pocos segundos comenzó a ampliarse con gran rapidez. Jean Jacques se asustó y salió corriendo indiferente a los gritos de sus compañeros de juego que gritaban victoriosos que le habían pillado.

En la siguiente media hora la grieta llegó hasta el pueblo dividiendo en dos la rue Saint Catherine, allí donde se concentra todo el comercio, llenando de espanto a los abundantes compradores de sábado. Se tragó varios coches, a una señora mayor y al gato de Marcel que dormía bajo un semáforo.

Los noticiarios de las diferentes televisiones y emisoras de radio dieron la noticia del suceso llamando a la calma a la población pero advirtiendo que la grieta se adentraba ya en territorio español y que por el norte estaba llegando a París. Caprichosa, la grieta pasó a escasos metros de la torre Eiffel que desapareció en sus profundidades. Los muertos se contaban por centenares, desastres en vías de comunicación, casas y demás, las pérdidas económicas y materiales eran astronómicas.

En los tres días siguientes la grieta dio la vuelta al planeta dividiéndolo en dos caprichosas mitades que giraban por el universo al unísono con una separación de apenas medio kilómetro. Fue el momento de hacer balance, evaluar los daños, contar a los desaparecidos, reclamar a los diferentes seguros.

Han pasado varios meses y la situación se ha normalizado. La tierra sigue dividida y los habitantes de uno y otro lado se comunican por teléfono o a gritos. Se plantean diferentes problemas a resolver por los científicos, pero numerosos comités de sabios están concentrados en el tema de las mareas, de los océanos que se desparraman por los bordes, sin la sujeción de las riberas, de los ríos que fluyen directamente al infinito, etc. También grupos de juristas tratan de poner orden en la cuestión de fronteras, lindes, propiedades de las naciones o de particulares, esas cosas. Hay mucho que organizar, que actualizar.



Cariño, con todo esto no quiero poner excusas, pero es la causa por lo que hace tiempo no te escribo. No tengo momentos libres, este suceso absorbe gran parte de mi quehacer. Además la grieta me ha dejado en el aire y soy objeto de estudio por tres ingenieros rusos y uno japonés. No es que pueda volar, no, solo estoy en el aire, suspendido. Ahora estoy tecleando gracias a un complejo sistema de bluetooth. En cuanto logre estabilizar esta incómoda postura reanudaré nuestra correspondencia. Sabes que te quiero, nena.


16 comments :

Tu hija dijo...

Ésta vez no me paré a mirar las novedades de las pompas fúnebres, ni acaricié la cabeza de la tortuga.
Pedaleé fuerte, mucho, muy rápido;
por eso el jueves me teníais en Bilbao, y si, os echaba de menos,eso os dije.
Pero de todos es sábido que si aparece La Grieta, es mejor que te pille en casa.

Pedro M. Martínez dijo...

Tu hija, o sea mi hija, esta vez la tortuga se ha escondido bajo la parra, tanta bici, tanta acumulación de andenes, estaciones, tranvías en los que nadie paga, calles repletas de desconocidos, comidas insólitas, añoranzas, no me extraña que el mundo se llene de grietas y satélites girando alrededor de no sé qué lunas.
En cualquier caso los escritores románticos no tienen hijas, los escritores románticos viven en un limbo en el que solo pasa lo que no pasa, escriben para existir, para no ser invisibles, para inventar lo que no ocurría, lo que ocurrió, lo que llegará cuando se abran las fronteras y podamos circular por mundos imaginarios en los que todos somos altos y rubios, amamos desesperadamente, las palabras se juntan y quién sabe dónde empieza la verdad, dónde termina la realidad y qué es lo que aún está por decir.
En el último combate en el que participé como boxeador profesional, nada más empezar, en el primer round, aquella mala bestia peluda me encajó un uppercut seguido por un certero crochet que arruinó mi carrera pugilística. Pues así, como ahora. Nunca lo había contado, por eso lo dejé y empecé el oficio de torero. Qué tardes de gloria, cuantas orejas, cuantas vueltas al ruedo. También lo dejé, los toros son traidores, cuando menos lo piensas te llevan por la taleguilla. Ahora, después de tantos años de equilibrista creo que es el momento de, o bien intentar pasar entre los dos edificios (los que derribaron u otros) o bien lanzarme al vacío de nuevas actividades.
Lo pensaré.
Cuídate Tu hija, o sea mi hija.
Un beso.

mirada dijo...

¡qué bien escribes, por diosssss!
Me encanta leerte así, lleva los ingredientes que más me gustan.
Un abrazo enorme.

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias, Mirada, amiga mía.
Por cierto ¿qué ingredientes son?
Un abrazo cálido y amoroso

Arantza G. dijo...

Espero que la grieta no esté cuando llegue yo a París.
Un beso.

Tempero dijo...

Teresa y sus setenta y siete años.
Natural de Amaiur/Maya.
Me hice amiga de ella por azar.
Todos los años la veo, reside ahora en Elizondo. Pasó 25 años en México.
Su Euskera es de la frontera, me dijo el otro día escuchando las canciones de Kepa, las de Etxea, que era un euskera distinto; su castellano es el que se habla en México, o sea casi perfecto.
Le pregunté por la tierra, siempre lo hago. Tierra y ser son sinónimos allí, en el Baztán.
Me dijo que los últimos días había hecho tanto calor que la tierra se había agrietado, que cabía la mano entera en la grieta. Que así no había quien labrase nada.
Grieta fue ese día como una palabra nueva para mí.
Y mira tú por cuánto ahora.

Abrazos, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G. ¿vas a París? Qué bien.
Pásalo de fábula.
¿Puedo recomendarte un restaurante?
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Tempero, pero, bueno, ¿estás en todos los sitios? Norte, sur, este y oeste, eres ubicuo, además de omnímodo. Y de escribir bien, claro.
Mi grieta y yo te abrazamos

Arantza G. dijo...

Si, claro.
Cada vez que voy como en un sitio, no suele preocuparme mucho la comida pero me gusta probar sitios nuevos.
Un beso.

gaia07 dijo...

Tremenda grieta estalla apenas empiezan a tener ideas propias. Observas impotente, y mirando el abismo no adviertes que cada día la separación se agranda, te acostumbras a no saber y a que no te consulten. Cuando te das cuenta de la distancia buscas la manera de controlar la situación y pones normas, y te quedas en el espacio de Nadie, dónde Nadie es la que parece contar contigo.
Aún así estás en los momentos importantes. Y la sigues queriendo, y si eres lista/o se lo haces saber.

Así son las grietas generacionales, precisas y rotundas.
Aprendes a vivir suspendido cada vez que te alteras. Reuniendo toda tu imaginación (que ya es) no se te ocurre nada para controlarla y que sea libre.

Ahí seguirá la grieta para siempre. Intentarás que tu vida sea puente, camino, ayuda, pero no le hace falta, está al otro lado y le gusta.

Cada frase leída tuya me ha hecho sentir cada una de estas.
Me arrebujo en mi sillón y espero la próxima historia. Un besazo.

Tempero dijo...

No, Pedro.
Cambiamos Córdoba por Elizondo, digamos, mi segundo pueblo.
Omnívoro sí soy, aunque prefiero el vegetal.
Omnímodo es una consecuencia de mi sentir, aunque mucho disto de serlo.
Abrazos sin grietas.

Pedro M. Martínez dijo...

Ya te lo he enviado Arantza G.

Pedro M. Martínez dijo...

Impresionante adaptación de mi cuento a tu sentir gaia07.
Y lo mejor es que te he entendido perfectamente.
La verdad, mi historia no pretendía tanto.
Pero es una maravilla que tú la hayas adaptado tan bien.
Tiene algo de milagro esta cosa de los blogs.
Y todo lo que de ello se deriva
Como este beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Tempero Elizondo me recuerda una historia familiar de mi infancia.
Y Córdoba es donde iré la semana que viene.
Tú eres un tío majo
Y las grietas me las salto así
Alehop
Un abrazo.

Ventana indiscreta dijo...

Las grietas:

Se crean y te destruyen, rara vez te transforman. Al fin y al cabo las grietas son una variante del exceso (a veces del defecto) de energía.

Besos de energía veriable.

Pedro M. Martínez dijo...

Ventana indiscreta la grieta de mi cerebro -¿quién lo dice?- se produjo por exceso de energía.
Así estoy.
Encantado.

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