jueves, 19 de marzo de 2009

Deseo.



Un día, en otro siglo, desperté.
Se me llenó el cuerpo de deseos nuevos.
Empezó en mi cabeza desde una confidencia, una mirada.
Desde entonces estuve con pensamientos oscuros.

Esto, que en sí mismo era novedoso, no hubiera tenido más importancia de no estar dentro de un proceso más amplio, dentro de una crisis, de un cambio, vivir para no morir, soñar para no dormirme, hablar para dar nombre a los demonios. También un despertar, un agitar los brazos para espantar los pájaros del tedio, para atraer a los fantasmas que atravesaban los pasillos de mis ansiedades.

Si me tumbo y busco en la memoria llegaría a la conclusión de que una cicatriz en la pierna de Ella (*) y la manera en que se produjo fue la causante. Pero si rebusco más, si consigo continuar en vela, sabría que curiosear por la rendija de sus deseos turbios, de su pasado amoroso, fue determinante.



Al principio, debo decirlo, me estremeció, me azoró conocer ese cuarto cerrado que ni sabía que estaba en mi casa. Cuando abrí la puerta me llené de curiosidades posadas sobre mis hombros, cuchicheando en mis oídos como duendes maliciosos, susurrándome actos que ni siquiera era capaz de concretar.

Y ahí estaba el misterio, no era capaz de hacer nada que pudiera ofenderla, pero era capaz de imaginar tantas cosas, antes inimaginables, que me dejaban gozosamente alterado. Hablar sobre ello, tratar de definirlo también era nuevo. Desde aquel día, en otro siglo, entraron muchas cosas nuevas en mi vida.



Jamás hubiera imaginado este deseo de llegar frente a Ella, mirarla, abrazarla con fuerza, besarla como si llegase de un viaje alrededor del mundo, sentir su boca cálida, su beso abierto, sus suspiros, decirle quedo que se quite la ropa, verla desnuda frente a mí, tímida, nerviosa, esperándome, tocar su cuerpo con tantos dedos como pudiera, recorrerla con la mirada, gustar de su figura, de su mirada que huía, de sus manos también buscándome, que me quitaban la camisa, que me acariciaban ya sin pudores, su voz llamándome, pidiéndome, hoy, mañana rogándome, pasado exigiéndome, siempre cambiante, siempre deseada, penetrar en su cuerpo como bajo el agua, entrar en la húmeda ansiedad del tiempo huyendo como un ladrón, como un amante que llega y se va, sin irse, pedirle que levante las caderas, que incline la cabeza, que suba sobre mi necesidad de darle un universo para ella sola, para su único placer, para que sepa que la quiero a ella, que en este momento es el único ser vivo en el mundo, en un mundo que se reduce a su cuerpo y al mío, juntos, abrazados, palpitando, temblando como alocados seres que no quieren separarse y ahí los pensamientos oscuros se volvían claros y ya solo estaba ella junto a mí, o sobre mí, o bajo mi ternura bañándose en sus continuos suspiros, en sus ojos que miraban y no miraban, en su cara transfigurada y le pedía ver su espalda y dejaba mis manos en sus caderas magníficas y explotaba la luna y desde ahí ya solo nos quedaba esperar el tren de vuelta, el último viaje que nos devolviera a otra realidad, a otro planeta donde la gente reía o lloraba o estaba tan seria que no merecía la pena volver y sin embargo volvíamos.


(*) En el mundo de Él siempre hay una Ella.

Y viceversa.

Y si no, no.


20 comments :

Tempus fugit dijo...

Bueno.... a estas horas, en un breve descanso, en el despacho... pues... No he podido menos que pensar en Ella. No te pongas celoso, el referente de éste Ella no es el mismo que el del tuyo.
¡Ay, cómo viene esta primavera!

un abrazo , maestro.

Anónimo dijo...

No ser capaz de hacer nada que pueda ofender a la otra persona, verdaderamente es complicado...
En el mundo de Ella, siempre estará Él.

Pedro M. Martínez dijo...

No soy celoso De cenizas.
La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido,
un abrazo

Pedro M. Martínez dijo...

No, no es nada complicado sk8.
Aunque depende de cuándo y cómo se ofenda la otra persona.
Y es que hay cada Ella y cada El…
Un beso.
Aquí estoy, hay huelga general en Francia y no salgo hasta la noche o mañana a primera hora

Arantza G. dijo...

Deseos nuevos...deseos que trastocan la vida, la de siempre, la que nos tiene atrapados.
Y descubrir al otro por primera vez...excitante.
Seguiría pero puedo decir una burrada y tengo que guardar las apariencias.Ja,ja.
Disfruta de tu viaje, que envidia, yo estoy castigada esta vez.
Un millón de besos, no te preocupes, no pesan mucho, y caben en el equipaje.

gaia07 dijo...

Siempre hay una ella o un él.
Esa capacidad de impregnarse y regocijarse en los deseos turbios y curiosidades del otro, saber disfrutarlos “gozosamente alterado”, no es más que la sabiduría de aquél que no se conforma con las ornamentaciones de la fachada, conociendo el placer intrínseco de lo oscuro y fresco en lo nuevo y auténtico.

¡¡Felicidades!! Por ser tan extraordinario.
Muchos besos.

mirada dijo...

http://www.goear.com/listen/490475b/Mi-gente-Oscar-D´Leon

Feliz regreso.

Arantza G. dijo...

Hoy es el día Internacional de la Poesía y te echaba de menos.
Creo que me se de memoria el texto que dejaste antes de salir de viaje.
Es inevitable, me paseo por tu plaza todos los días y creo que eso es preocupante.
Será la primavera...
Vuelve. Sano y salvo. Y feliz.
Un beso primaveral.

Shandy dijo...

A ver, si digo que el texto es bueno, te da igual. Así que diré que me gusta ( y sobre gustos no hay nada escrito (Mu, tiquismiquis)

Existen las cosas desconocidas y las ignotas. Entre estas últimas, están las puertas. Lo dice William Blake. Y los cuartos oscuros pueden dar miedo, pero la curiosidad siempre puede más.

Describes bien el deseo y la ternura, porque en el mundo de un Él siempre hay un Ella y viceversa: y si no, también.
Buen viaje y mejor regreso. No se manquen.

ybris dijo...

Dichosa huelga que tan buenas palabras te inspira.
Aunque claro está que tú no necesitas de huelgas para ello.
Y sí, hay deseos que deben de cumplirse e incluso deben cumplirse. Como el de que haya siempre una Ella en el mundo de todo Él.

Abrazos.

mjromero dijo...

Por primera vez, desde que sigo este blog, se ha detenido el tiempo de glup.
Será pasajero...?

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G., aquí no nos conoce nadie, podemos dejar de guardar las apariencias.
En este post no me refería exactamente a lo excitante sobre descubrir al otro.
Me refiero más bien a lo excitante a descubrir dentro de uno mismo
Besos de regreso

Pedro M. Martínez dijo...

Me gusta Oscar d´León Mirada.
Y tú, claro.
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

No, no es la primavera, Arantza G., eres tú.
Conozco muchísimas cosas mejor que venir por aquí.
Te lo aseguro.
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Ha habido suerte Shandy, he vuelto bien. Gracias.
La verdad, que un texto sea o bueno o no –aquí- es tan relativo.
Con que sea bueno para el que lo lee ya vale.
(Para el que lo escribe suele ser, por eso lo deja)
Beso su mano

Pedro M. Martínez dijo...

Ay, la huelga, además de retrasar mi viaje, querido ybris, me dejó (entre dientes) palabras no tan buenas.
Y escribo, quizás no demasiado claro, sobre deseos muy profundos, ocultos, qui´zas ni conocidos.
Pero…cuando los conoces…
Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

Claro, alfaro.
Viajo bastante.
Suelo dejar los post preparados.
Esta vez, no.
Gracias por venir por aquí.

Pedro M. Martínez dijo...

No me he olvidado, gaia07.
Sé que me has entendido perfectamente.
Es lo que tiene.
Gracias, gracias, gracias.
Un lujo tu lectura.
Besos en el regreso.

david santos dijo...

Gran trabajo, amigo!
Estoy loco con tan gran belesa. Tu trabajo me encanta.
Muchas gracias por hacerlo y compartirlo con nosotros.
Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

david santos, muchas gracias a ti por tus palabras.
Incluso los descreídos nos lo creemos todo.
Yo qué sé.
Abrazos.

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