jueves, 19 de febrero de 2009

Una vieja canción.

Mi tiempo acaba
Y tengo que saber por qué no he sido.

(Guillermo Carnero).


Don´t they know it´s the end of the world?/ It ended when you said goodbye” – y Julio piensa que debe ser muy viejo o que está rabiosamente nostálgico, pero esa canción de Carpenters le está rompiendo el corazón. De una caja de cartón toma al azar, con delicadeza, una fotografía en blanco y negro. En ella una pareja se mira arrobada, sus manos entrelazadas sobre el mantel de una mesa. La boca, entreabierta, sugiere que se están hablando, ajenos a la cámara. La música continúa y Julio va a devolver esa instantánea al montón cuando un reflejo le distrae. Sobre la cabeza del hombre se forma un pensamiento que Julio entiende: está pensando en cuanto desea a esa mujer, en que quiere quitarle la ropa y amarla, allí mismo, sobre la mesa, como en una película italiana, apartar los vasos de un manotazo, levantar el mantel, extender el cuerpo de ella como para un sacrificio y amarla sin medida. El pensamiento salta ahora sobre la cabeza de ella y Julio escucha su miedo y su deseo; miedo a la brusquedad de ese hombre al que desconoce en esas palabras rudas, groseras, en ese brillo lascivo en sus ojos; también deseo porque quiere que le toque, que le acaricie, que le bese todo el cuerpo, tiembla de ganas.


Julio acerca esa fotografía a una bombilla, la mira al trasluz, y esas dos personas se convierten es seres cebolla. Levanta la primera capa de él y un tropel de inseguridad le corre por los dedos. Levanta la segunda capa y los gritos de un padre airado, con la mano alzada, se superponen a los lloros de su madre en un rincón. Levanta la tercera capa y todo lo llena los ojos sin lágrimas de un niño triste acostumbrado a que le peguen por lo que hace y por lo que no hace. Levanta la primera capa de ella y unas cicatrices brillan justo en sus muñecas. Levanta la segunda capa y una toalla manchada de sangre sobre una camilla transita por una clínica sin nombre, en Londres. Levanta la tercera capa y se inunda del asco y el miedo a ese hombre mayor que le lleva de la mano a pesar de sus gritos. La música sigue sonando y Julio no quiere saber más. Golpea el borde de la fotografía contra la mesa y dos años después cae un matrimonio, ocho meses después un hijo, trece meses después un divorcio.

Veinte años después ese hijo está frente a él y Julio no sabe qué decirle.
Para congraciarse le pregunta - ¿Te gustan los Carpenters? Con esta canción nos enamoramos tu madre y yo -.
Pero el chico le mira sin responder porque no es eso lo que ha venido a escuchar.
Y tiene los mismos ojos que ella.




16 comments :

gaia07 dijo...

Estamos saturados de necesidades tan elevadas que de tanto mirar hacia fuera nos perdemos lo de dentro. Allí nos llena la niebla de ronroneantes palabras, perdemos la noción de lo que está ocurriendo y admitimos las aberraciones por costumbre.
Quizá si le desgaja la cebolla pueda iluminar al chico en la niebla.
Un beso.

Arantza G. dijo...

En momentos así es mejor dejar los recuerdos amarilleando en una fotografía, total... para qué darles vida? si solo nos pueden traer reproches por lo que no hicimos, o lo que callamos.
Kiss

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07 La verdad, hay días que me sorprende –y me asusta- lo que escribo.
Hoy es uno de ellos.
Quisiera saber de dónde me ha salido.
No creo en reencarnaciones –uno se muere y ya- pero quizás estoy contando historias de otra vida.
Puff, pues miedo me da, pobres vidas.

(Entre tú y yo, el fondo, también me enorgullece escribir así)
Muchos besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G., no lo sé, nunca he tenido momentos así.
Pero, tú sabes, hay vidas tristes.
La verdad, hoy me he pasado de realismo sucio.
Mañana será más alegre.
Un beso

(¿Conoces la Senda de los Canónigos?)

gaia07 dijo...

Que seas capaz de sorprenderte a ti mismo da el sentido a que te sigamos tanto.
No crees, no lo has vivido, no has estado allí, pero eres capaz de percibirlo y escribirlo. Y luego buscan los Dioses en el cielo ¡y estáis aquí!
(Entre tú y yo, si no te enorgulleces es para darte palos. Esto es como el dinero, has de darle su justo valor, ni por encima ni por debajo)
Me quedo con todos los besos (compartidos ;-P) ¡Guapo!

Arantza G. dijo...

La Senda de los Canónigos está cerca de mi casa, paso todos los días por ella para ir al gimnasio.
¿Necesitas algo?
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, siempre he pensado que escribir sobre el hielo en Groenlandia es sencillo, o sobre naranjas en Valencia. Atreverse a escribir sobre el desamor estando enamorado, o sobre el miedo a volar estando todo el día en las nubes me parece más arriesgado, más interesante, es un desafío (para el que escribe al menos, aunque también para el que lee)
Dentro de mi modestia, cada día, lo intento.
Algo habrá, claro, pero no me canso en insistir que esto no es un diario, no es mi vida, que intento literatura, con insistencia, con mayor o menor acierto.
Y si alguien se lo pasa bien me alegro muchísimo.
Sobre el dinero, ya me gustaría saber cómo es, al menos para darle cierto valor (jajajajaja)
No comparto tus besos, soy un egoísta, todos para mi, muá, muá, muá, guapa.

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G., necesito muchas cosas.
Esa Senda de los Canónigos y calles colindantes tienen muchos recuerdos para mí. En general Vitoria ha estado y está muy metida en mi vida (qué cosas para un bilbaíno ¿verdad?)
Besos desde el frío de la madrugada.

Arantza G. dijo...

No hay nada raro que seas bilbaíno y tengas buenos recuerdos de Vitoria, ¿por qué no? Yo soy de Vitoria y tengo en mi mente todos los días París, es la única ciudad donde me siento feliz; tal vez por eso desde 1994 no fallo ningún año.
Besos, un montón.

Eria.. dijo...

Qué pasada cómo escribes...besitos varios.
Pd: algún dia se me ocurrirá algo grandioso que decite en los comentarios... por ahora me conformo con decir: Halaaaaa y despues cerrar la boca.

Moony-A media luz dijo...

Demasiado fuerte hoy el texto para mi alma.
Necesito dejar los recuerdos enterrados. O podrán conmigo :)

Un beso grande.

Arca dijo...

Ajá, ese ya lo he leido, Pedro... pero lo has cambiado, verdad? Digno rescate, es una maravilla, pero la primera versión resultó más impactante... no me lo invento, verdad?
abrazos admirados de quien te suele leer calladita

Pedro M. Martínez dijo...

¿eh? Arantza G. ¿la única ciudad donde te sientes feliz?
Eso es preocupante.
En serio.
Tengo la suerte de estar feliz allá donde voy.
Sobre todo porque voy con quién quiero (siempre que quiera ella, claro) y donde quiero (siempre que ese donde sea el que ella quiera, por supuesto).

Jajajajajajajaja

Besos, preciosa (me resultas muy cercana, gracias)

Pedro M. Martínez dijo...

Cualquier cosa que digas Eria.., incluso las que no digas, me gustan.
Y te agradezco cada letra.
Aprovecho que has cerrado la boca para darte un beso (así no puedes protestar).

Pedro M. Martínez dijo...

Sí, Moony-A media luz , es un poco fuerte.
Para muchos la vida es dura.
Los recuerdos además van con ellos, sentados en su espalda.
Un beso, guapa (siempre que la foto sea la tuya)

Pedro M. Martínez dijo...

Qué control Arca.
Quizás era más impactante porque eras más joven e impresionable ¿no?
Ay, señor, señor.

Un abrazo de pre-admiración de quién no calla
Y un beso, hale.

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