viernes, 6 de febrero de 2009

Del laberinto al treinta


Del laberinto al treinta y vuelta al principio.

Siempre tengo la sensación de ser pasajero en el tren inadecuado. La vía -y el túnel- persisten sin que pueda hacer nada para remediarlo.

La vida es como la recordamos y sentado en una estación desierta pienso en ella (s) sabiendo que no debo hacerlo, que me puedo equivocar y pintar de nostalgia lo que no es sino presente.

Me obstino en ese recuerdo, escribo lo que no debo ya que con una triste mueca vuelve esta punzada en el hígado, alegrándome, entristeciéndome, aún así, la sonrisa perdida en garabatos, pensarla(s), dibujarla (s), estar triste, o parecerlo, peor, querer volver con ella (s) a esa estancia que fue mágica y terminó trágica.

“No esperar de la vida para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir./Yo no estoy muerto, estoy enamorado. Bioy Casares.


6 comments :

Camille dijo...

Al final de mis días me permitiré esa nostalgia y ese pinchazo en el hígado del que hablas. Lo conozco bien. Es más, me gustaría sentirlo en ese momento...

Kisses

Tempero dijo...

Promesa

Quizá fuesen mejores
Nuestros corazones cuando eran frágiles
Y algún golpe de mar, o la noche de julio
Pudieran abrirles las calladas heridas
Que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias.
Quizá fuesen mejores cuando eran
Cual regatos ligeros o lluviosas tardes
Que mojaban la infancia y partían
Un dominio común; un valle abierto,
Inmensos arenales, aquel balcón
Detenido en la presencia de pulidos geranios.
No eligieron barcos para partir lejos;
Ni la brisa liviana de un verano
Para que los apagase, con su fuego insumiso.
Semejantes a los hombres, desearon
A los árboles antiguos de esta tierra.

De Pasa un segredo, 1988

Creo que viene al pelo este poema que una amiga, amurallada por un río, me mandó esta mañana.

Lo único que me surca con rigor es cuando considero a la vida como un recuerdo retornable.
Abrazos, Pedro.

gaia07 dijo...

No es el tren, es la hora en la que pasa, el vagón en el que subes y el momento en que te hallas.
Somos el tren, la vía y el túnel, somos la vida.
La equivocación solo es un nombre que inventaron para ahogar la felicidad; y la pena de no tener lo que quieres es tan valiosa, como saber disfrutar cuando lo tienes.
Un beso intenso.

Pedro M. Martínez dijo...

Camille, el final de los días, de los nuestros no sabemos cuándo será. Por eso procuro disfrutarlos sin preocuparme demasiado de ese final. Con o sin pinchazos en el hígado.
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Tempero un bello poema, gracias por compartirlo.
Y ese “amurallada por un río” me parece genial.
La vida es esto de ahora
Abrazos, chaval.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07 creo que el problema está en el maquinista.
O en el fogonero.
No sé, hoy con todo lo que está lloviendo creo que se empapan las ideas.
Los besos no.

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