jueves, 24 de julio de 2008

Sentado sobre hojas que esparce el viento (1)













Un día los dioses bajaron a la tierra.

Lámparas de aceite, sabor a trigo.

Deja que toquen tu frente

con el vino que cura la tristeza.

Un día los dioses bajaron a la tierra

y luego nació el olvido.


(Pablo Guerrero)






Sentado sobre hojas que esparce el viento escribo con los dedos mojados en vino mientras los demás buscan comida para la tribu. La noche estuvo llena de volcanes y es posible que los tambores vuelvan a convocarnos. Ha dejado de llover y sin embargo la humedad nos oprime en esta selva agobiante y circular. Varios jóvenes, siguiendo la senda de los pastores, han llegado hasta los límites, varios más se han quedado sentados, algunos ya no quieren escuchar a los ancianos. Las mujeres preparan tintes y pintan en la corteza de los árboles. Los guerreros tumbados sobre el sudor de las bestias saben de su superioridad y gritan. Las viejas traen leña de los montes. Nada es como era. Los sonidos, rugidos, cantos de pájaros, silbos de pastores, ecos, ya no circulan por el aire. Por un claro sube una columna de humo hasta las nubes bajas. Dos hombres han muerto. La semana pasada nació un niño. Las parejas buscan la profundidad de la maleza para amarse. El río está crecido y los peces saltan a las riberas. Cazadores, labradores, caminantes y poetas bailan desde el amanecer. Dos cabras retozan bajo el olor de una higuera. Las mujeres saltan, menean las caderas, sonríen comprensivas y esperan su turno, saben que el mundo les pertenece. El sol hace días que está ausente. Las cabezas de los brujos, clavadas en largas lanzas, han comenzado a descomponerse. Creo que fue un error pero no se puede parar al miedo. Las sombras culpables se deslizan aquí y allí, entre la fría niebla. Yan se emborracha con alcohol de caña mientras prepara ungüentos contra las mordeduras de arañas ponzoñosas. Grandes bandadas de pelícanos buscan el sur. Los rezos de los misioneros cuelgan de los matorrales pero ellos se han ido. Es posible que regresen aquellos hombres que se visten de la misma manera, con sus rifles, gritos, crueldad, fuego, destrucción y ese hablar tan gracioso. El humano más viejo recuerda con horror el hongo gigante, nadie le cree, nadie le ha creído nunca. La televisión no habla de estas cosas. El botón rojo reluce en lo profundo de la cueva. Me corto los dedos de los pies y los lanzo a las iguanas hambrientas.

(Sigue)
Parménides (en griego Παρμενίδης), (Elea Magna h. 510 a. C. - 450 a. C.), filósofo griego, nació, de acuerdo con Apolodoro, en la ciudad de Elea, colonia griega del sur de Magna Grecia (Italia). Es considerado por muchos eruditos como el miembro más importante de la escuela eleática, e incluso de todos los Filósofos presocráticos. Platón, por medio de los personajes de sus diálogos, lo llama "el grande" (Sofista 237 a), "padre" (241 d), hace decir a Sócrates que Parménides es "venerable y temible a la vez (...) se me reveló en él una magnífica y muy poco frecuente profundidad de espíritu" (Teeteto 183 e). Aristóteles reconoce, en la Metafísica y en la Física que Parménides tiene una posición especial dentro de los primeros filósofos, y no le da el nombre de "fisiólogo" -como hace con el resto- puesto que su pensamiento torna imposible el saber acerca de la φυσις. Hegel dice de él: "Con Parménides comienza el filosofar auténtico; en él hay que ver el ascenso de lo ideal." (Lecciones sobre la historia de la filosofía, en Werke in zwanzig Bäden, vol. 18, p.290). Heidegger ha reconocido la intelección de Parménides como el comienzo de la historia de la metafísica, esto es, el encubrimiento del principio de la metafísica (Was heisst Denken?, p. 98). Según el filólogo Diels, autor de Die Fragmente der Vorsokratiker junto con Kranz, los fragmentos conservados de Parménides representan aproximadamente un 90% de su obra, hecho único en el conjunto de los pensadores llamados presocráticos. El juicio de la posteridad acerca de la importancia de su obra, a pesar de lo variado de las razones, es unánime: Parménides es una figura de primer orden en el panorama de la filosofía griega y de todo el pensamiento occidental.

10 comments :

Marina Culubret Alsina dijo...

la luz roja perfora la niebla que ya empezaba a envolverme, a transportarme...
Esas dos últimas líneas... como un mosquito que me pica en el talón. :-)
Dices: " (sigue) ", y sigo.
Espero.

un abrazo,

mirada dijo...

no sé si esperar...
mis amigas, las catalanas, acaban de cruzar a Galicia, vienen caminando, fue tan emocionante hace quince minutos, efímera, (ahora me río)
te quiero corazonciño.

Anónimo dijo...

Una de mis palabras preferidas (sin menospreciar al resto): ponzoñoso/a.

Y ahora a esperar a mañana, aunque como no había leído el de ayer, y lo he hecho hoy, me doy por satisfecha, que el tiempo es relativo, ya lo dicen, aunque mi reloj discrepa tanto que se le oye desde la otra punta de la habitación, en la que no estoy, por cierto.

Y que cansada estoy, sorbito, insúflenme energia, pero... ¿donde se dirige con esas pilas en la mano? no, no, no, por ahí no!!!!!!
No te fies de alguien que siempre lleva consigo 4 pilas de tamaño XXXXL.

Un niño que ha mordido a un Pitbull que le estaba mordiendo, esto en Brasil, con once añitos la criatura, y encima... va y pierde un diente, es su única pérdida jajajaa.

Y recuerdo mordiscos, al hacerlo noto un cosquilleo dormido en la línea que separa la barriga de las piernas, la que va de hueso a hueso en corte transversal, si... fue suave, lento, la sensación se expande hacia arriba, con el aliento en la nuca, con alguna palabra lamida al oído que no recuerdo, ahora se expande hacia abajo, y se me erizó el lomo, como ahora, miau! La primera vez que me mordieron no me dolió, aunque me paró el tiempo (relatividades a parte) y mi corazón también, todo de golpe, y no se en que momento volvió a latir, el tiempo, digo.

Deberia volver al trabajo, aunque no me veo capacitada, pero no hay más remedio jeje.

Glup, mañana más (supongo y espero), hasta entonces te dejo un cachito de mi, elige tú mismo, no tengo nada imprescindible ni vital.

Besos...

Pedro M. Martínez dijo...

marina, historias que me pasaron…creo. O no sé si me las he inventado. Es igual, sigue (solo hasta mañana). Ven.

un abrazo,

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, recuerdo perfectamente ese punto entre León y Galicia. Es muy emocionante sí.
¿Te das cuenta cuantos amigos/as tienes?
Te baño a besos.
¡guapa!

Pedro M. Martínez dijo...

Maduixeta, que como he visto tus fotografías, siempre que te leo me imagino un gorrión. Un gorrión guapo, claro. Y listo. Un gorrión femenino. Y sensible. Con muchos más atributos: cantarín, volador entre los altos árboles, hábil en encontrar las cornisas adecuadas cuando llueve, que sabe picar aquí y allá. Aunque ahora que lo pienso no me imagino un gorrión montando a caballo. Ni tan bien como estás en algunas fotos no gorrión, más bien chica guapa, aunque no te prodigas, que más bien te gusta la faceta aventurera, andarina, montañera, con los dedos en V, con gestos a la cámara, nariz arrugada, botas en vez de delicados zapatos de tacón, amigos simpáticos y sonrientes, amigas/amigas, no gorrión.

A veces me veo tipo gavilán. Pero con independencia de esto –es curioso- me gusta este diálogo, este vuelo en el que no/sí sabemos de qué hablamos. Aunque tu imaginación, tan sorprendente, refrescante, divertida no exenta de salero, saber, sabrosos giros al surrealismo (con voz daliniana), me acaricia las mañanas que leo Maduixeta y se me alegra la cara (no sé si los gavilanes tenemos cara o pico o plumas o qué).

Hablando de mordiscos. El primero se lo di (nos lo dimos mutuamente) a Carmen. Debajo de un depósito de agua. Bajando del monte. De noche. Lo recuerdo con dulzura. El último lo di hace cuarenta años. No recuerdo a quién ni como. Lo sé porque estas cosas las apuntaba, antes, cuando sabía escribir. Ahora simplemente las dicto –un negro *- y las dejo aquí, torcidas, aterciopeladas, con anzuelos, macizando las riberas mientras las respuestas peces saltan fuera y dentro del cesto y esto no lo he dicho, no lo has leído, no tú que cuando leo Maduixeta me imagino un gorrión. Un gorrión guapo, claro. Y listo. Un gorrión femenino, una chica gorrión tan lista como tú.

· Negro no de color de piel, está negro por lo poco que le pago.

·

Ah, ponzoñoso (qué gustito da decirlo)

Besos (qué gustito da dártelo)

Churra dijo...

La ultima frase me ha dado una dentera terrible ¿demasiado licor de caña??
Pues seguiremos .
Mas besos

gaia07 dijo...

Como sigamos esperando turno nos quedaremos sin mundo antes de hacerlo nuestro. Alguna tiene que conocer la pócima que haga desintegrarse el botón rojo.

La lógica de los vencedores. En el juego de los contextos, hay uno que no es ciertamente el menos importante: el de las apuestas ideológicas que atraviesan la historia de las ideas y oponen una tradición hedonista a su conocida enemiga, el ideal ascético. Por un lado, Leucipo, Demócrito, Aristipo, Diógenes, Epicuro, Lucrecio, Horacio, etc. –la tradición cuyos grandes representantes aparecen reunidos por primera vez en esta obra- y, por otro, sus rigurosos contemporáneos: Pitágoras, Parménides, Cleanto, Crisipo, Platón, Marco Aurelio, Séneca. Atomistas, monistas, abderitas, materialistas, hedonistas, contraidealistas, dualistas, eleatas, espiritualistas y sostenedores de la línea ascética. La filosofía, en su período griego, pero también después, ha presentado siempre un doble rostro, del que se muestra y se privilegia un solo lado. Pues, al salir triunfadores, Platón, los estoicos y el cristianismo imponen su lógica: odio al mundo terrenal, aversión a las pasiones, las pulsiones y los deseos, desacreditación del cuerpo, el placer y los sentidos, sacrificados a las fuerzas nocturnas, a las pulsiones de muerte. Es difícil pedir a los vencedores que escriban objetivamente la historia de los vencidos…
La historia de la filosofía, tal como aparece en las enciclopedias y los manuales, como se la enseña y se la trabaja en la universidad, como se la edita, se la difunde y se la promueve, se confunde con la de los vencedores. Nada de piedad para los vencidos, a quienes se desprecia, se olvida, se desdeña, o, lo que es peor aún, se desacredita mediante la caricatura...
Las sabidurías de la antigüedad – Michel Onfray


Besos de vino, para que sigas escribiendo.

Pedro M. Martínez dijo...

Me alegro, querida Churra, que lo último sería dejarte indiferente.
Y no tomo esas cosas, lo más, vino.
Besos no alcohólicos.

Pedro M. Martínez dijo...

Te aviso gaia07, solo a ti.
Están a punto de presionar el botón rojo.
Arrepiéntete.
Diga lo que diga Michel Onfray.
Me acaban de llamar de la Casablanca (¿o era verde?, bueno, no sé, de una casa)
Si quieres despedirte o algo, me llamas.
Por favor no lo comentes ni con la portera (ya sabes cómo es)

Me he tomado el vino y no consigo escribir (se me juntan las letras)
.
..

Un beso.

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