jueves, 17 de julio de 2008

Evanescencia.

El presente es siempre oscuro.
Sus mapas son negros.

(Mark Strand)

Habíamos partido, tiempo ha, desde una ciudad bañada en brumas -qué fastidio contar siempre lo mismo-. La travesía fue larga y nos aprendimos de memoria cada ola, cada tormenta, cada amanecer desde el ojo de buey del camarote de segunda clase. La emoción del viaje se concentró entre el seso y el sexo. Cuando le dije que no, que aquel barco no seguía el rumbo que había trazado en su mapa, que no llegaba a ningún puerto conocido-por ella-, saltó por estribor (1).

Me quedé en la proa (2) con los brazos en cruz -DiCaprio retocado con photoshop para parecer este que era- hasta que las gaviotas del absurdo se posaban entre mis dedos ateridos, como alambres tendidos desde un balcón colgado en ningún patio de gatos.
Fue un mal tiempo que duró demasiado para aguantar el tipo, el gesto, la imagen que día a día se deterioraba hasta llegar al hombre elefante –y ahí no hubo software gitano para remediarlo- que se retorcía de dolor, de impotencia, de amor (3).

Por mi parte no hubo valentía para quedarme en el barco, ocurre que no sé nadar, ocurre que no sé nada, ocurre que entonces –y ahora- soy un tonto vestido de románticas mentiras onduladas que me repito frente al espejo, que me las digo tantas veces que ya ni me las creo e invento otras y así, a veces soy yo y a veces no.

Pero volvamos a 2, allí en la proa, entre la nostalgia y la memoria, los vientos despeinaban mis cabellos que crecían y crecían, descontrolados, insolencia capilar que cegaba mis ojos, me entraba por las orejas, ensordeciéndome, no veía, no oía, solo mordía el recuerdo de la ausencia sin darme cuenta que mordía mi lengua, lo que hablaba se quedaba entre los dientes y así no hay manera, jo, que los balbuceos me impedían gritar en la borda, que había perdido todos los botes salvavidas, que la cabeza no me entraba ya por los aros flotadores, que parecía un náufrago aún antes de embarrancar(4), que embarranqué, claro, sin icerberg, no hizo falta, que aquella que saltó al mar en 1 desapareció para siempre entre la niebla del nuevo mundo y, oye, que ya ni recuerdo como se llamaba, que se me han borrado las líneas de sus pómulos, que ya no huelo el aroma de su nuca, que corro como Jones por el contorno del salto congelado en foto fija que se reduce a 100: 90, 80:72, 60:54, o así y el amor de 3 es difícil de conservar con estas temperaturas, si es que fue amor, que ya uno duda, incluso dos duda, y el 4 de embarrancar se convirtió en un pretexto para realizar una limpieza general de las sentinas del alma y quedó el armazón del buque limpio como los chorros del oro y navego por mares tropicales, indiferente a ciclones y a la madre que parió a todas las desgracias naturales como la vida misma.

Hoy me miro al espejo y veo la cara de mi abuelo, ni siquiera la de mi padre, pinto los paisajes tan exactos que nunca sé si estoy dentro o fuera del cuadro- como me dijo Dickinson, Emily, “lo Interno –pinta lo Externo“- y, la verdad, si todavía cuento estas batallas será por algo, será por esas marcas internas que dejaron pinceles del dos mil, y los siguientes, sin manos, pulso, luego y Barcelona, Tarragona, el refugio victorioso, Madrid, he alterado el orden hasta llegar a la biblioteca lacaniana, al edificio del saber desde/hasta donde salté sin alas, sin Pegaso, sin red y, lógico, mientras siga en el aire no hay peligro de dejarme la nariz en el suelo, como en una película de dibujos animados, sin ratón ni gato, y esta serie ya la he visto. Por favor, para la próxima vez que me embarque recordarme que me mareo con las mareas del Mar. Eso mismo.



Indiferente a cualquier previsión, cigarra que escribe,
cada día agoto todo lo que se me ocurre
¿Qué escribiré mañana?

El cerebro sintoniza mucho con la música, incluso en personas de las llamadas poco musicales. Crecemos en un entorno en el que hay música por todas partes, ya sea música popular o sofisticada, jazz, clásica... todos hemos crecido en un entorno musical, y el cerebro es muy sensible a la música. La música está presente en todas las culturas, y es importante en cada cultura, es importante para cada persona. Yo me volvería loco si no tuviera mi piano, si no pudiera tener música. La música también tiene un gran poder organizativo, a menudo en las canciones de los niños. En el Reino Unido, por ejemplo, aprendemos la canción “one, two buckle my shoe”; y una serie de frases pueden recordarse si se organizan con música, la gente recuerda toda la letra de una canción si va acompañada de la música. A menudo la gente con afasia, que han perdido el lenguaje, pueden mantener el lenguaje si está con música. En la actualidad estoy escribiendo sobre personas que tienen alucinaciones musicales, que de repente escuchan música con tal viveza que se creen que la radio, o el que está tocando el piano, está en el cuarto de al lado. Esto es diferente de imaginarse la música, porque ellos creen que la perciben.

Oliver Sacks (9-7- 1933, Londres) es neurólogo.




18 comments :

Anónimo dijo...

¿Mañana? vete tú a saber, pero algo seguro, incomprensible para mi, que me seco solo de verte.

He de decir que el problema capilar seguro que tenía solución, pero estoy segura de que el caparazón protegia de moluscos especuladores y corales organizados.

Hoy es jueves, empieza a notarse el cansancio, los madrugeos y las horas perdidas trabajando. Que a estas alturas opino que el trabajo es lo más estupido y lo menos útil del mundo, aunque si lo pienso encuentro más absurdidades. Que ritmos de vida más frenéticos sorbito, y total para alimentar este círculo vicioso del consumismo, que digo yo que podría ser otra clase de vicio, puestos a pedir. El vicio de carne es preferible, ¡siempre!, ¿dónde vas a parar? no hay comparación posible, que con el primero se te mueve el bolsillo y la cartera, con el segundo en cambio... te mueves tú, en círculos, en espirales, arriba, abajo, sudores, suspiros, gemidos, mordiscos... esto... perdón, que se me va un poco, es que estoy leyendo un libro...

Aish sorbito, ¿no sabrás tú, por un casual, la fórmula secreta para salir de uno mismo y abandonar junto con el cuerpo todos los prejuicios, dudas, temores y tonterias varias? Si es así nos citamos en mi laboratorio y elaboramos la pócima, a ver que tal, eso si... a medias.

Un mordisco de sandía helada.

Pedro M. Martínez dijo...

Maduixeta, seguro que te ocurre, que dejas mil palabras y alguien te lee la noventa, que tú ya ni te acuerdas, que dices "¿qué dice este?", o esta, que aquí - digo yo- hay más lectoras que lectores, bueno, imagino, no tengo un discriminador automático, un sensor de género, me gustaba más cuando se decía sexo, sexo femenino, sexo masculino, era más sexy lo de sexo, que lo leía y me ponía, contento, como ahora que ya es jueves, mira tú qué bien - los turistas merodeando por el Barrio Húmedo de León-, que ya mañana finde, nunca me ha gustado lo de finde, me parece una contracción absurda, finde, leches. con lo bonito que es trabajar, cuarenta horas, setenta y cinco, de sol a sol, y sin cobrar, lo bonito está dentro en el espíritu, en la satisfacción del deber cumplido, -"González, me prepara para mañana esta resma de expedientes"- que ya uno no sabe si va o si viene, julio, que necesitamos playa - "perdona, yo prefiero la montaña"- ya salió el raro, pues montaña -perdona, nosotros, mi Paco y o nos vamos a Praga-, vale, buen viaje, decía que -perdona, a mi que no me saquen de mi pueblo, ese río, la chopera, el bar del Justo, bueno, pues quédese en su pueblo, que quería decir - oye, que yo no tengo vacaciones, que acabo de entrar al curro y no me corresponden, mi cuñada..., ¡basta!, Maduixeta, que no nos dejan hablar tranquilos, luego seguimos, eso que te beso en las sombras del jueves. Yea.

Margot dijo...

Navegar es necesario, vivir no lo es, decía Plutarco... tipo listo.

Aunque me gusta más cuando tú cuentas naufragios y me salen escamas al leerte y la habitación se llena de espumas y calamares, incluso algún boquerón que me mira con ojos fijos desde el atril de la mesa.

Pues eso, que mañana ya proveerás, que te conozco, listillo. Conoces la canción del Sapo Cancionero? Pues más eso.

Besote de esta grilla!

mirada dijo...

Yo sigo sin palabras, pero muy orgullosa de tu saber hacer.
Escribes tan valiente, consigues que vaya allí, a la purita escena, llena de emoción.
Muchos besitos

Magnolio dijo...

Debe ser como a Giotto cuando miraba aquellos frescos y de tanta contemplación se le juntaban los ojos de los angelotes.

("El pincel sin la mano
produce el cuadro -tan exacto-")

que me lío con tanto número y ya no sé si

Te enamoraste?
Te embarcaste?
Te embarrancaste?

y ahora tú vas y me comentas que no te aclaras, o no te acuerdas, o en tu playa o en la mía o que manzanas traigo y sí, mira por donde, otro "4": la cuarta que te comenta del femenino sexo, sin eufemismos ni contracciones,mucho más bonito, sí, vas a comparar.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot,… tenor de los charcos, grotesco trovero, vives inflamado de amor por la luna, etcétera.

De miradas de boquerones sé menos, soy más de mirada de besugo, que te desescamaba yo a ti, morena mía (con todo mi respeto, eso sí), una a una, con mimo mimoso.
Me voy corriendo que mañana llega en un plis plas.
Besos de grillo grillao.

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, pues debe ser telepatía porque te oigo perfectamente.
Sin palabras. No nos hacen falta. Cada uno de tus silencios tiene eco en mi corazón.
Valiente si soy, ya lo sabes.
Besos (besitos, besitos… besos, salvajes)

navegar.es.preciso dijo...

Bueno , no sé pero por el ritmo
lo que se me ocurre es:
1
2 y
3
al escondite inglés.

1
2
3
4 en mi casa tengo un gato.

Y ¿no lo habías contado ya?
O tal vez es que el vaivén
del barco me marea.
No sé...

Un beso

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio siempre florecido, la evanescencia, qué bonito, como los cuadros de Giotto, qué cultura, que jugar desde la parte de atrás del frontón tiene esto, que sabes de dónde viene la pelota, que te da tiempo de colocarte, de preparar la herramienta (mano, pala, cesta o trinquete), de medir los pasos, que en tu caso es caso de mimar la bola, de acunarla, de acariciar la devolución, sin dejadas al txoko, sin dos paredes a los que no puedas llegar, empalar con nobleza, plasss, al siete, o al ocho, para seguir jugando, aquellos partidos en el Deportivo, sien azules, sincuenta coloraos, que los apostadores levantaban la mano sin dejar de leer el Hierro, que en otros tiempos me coloco bien la faja, miro a la izquierda (siempre he mirado a la izquierda, los pobres ya sabes) y resto justo encima de la chapa, sin remedio, sin que el otro llegue, por mucho que el otro corra, que ahora no, que dure el partido, que ganar o perder es accesorio, que aplaudan los del fondo o sean mancos me da igual, que se agoten las entradas o estemos solos, bah, juego y eso (me) es suficiente, disfruto en cada partido, que me acuerdo de todo, árbol majestuoso, que me enamoré, me embarqué, naufragué, volví a enamorarme, etcétera, la vida, ya sabes, que da para mucho, a algunos, a otros les da para menos, depende también de lo que apuestes, que están los segurolas y siempre juegan a caballo ganador, están los que no juegan para no perder, están los que pierden la camisa por un pálpito, una intuición, un deseo, lo del femenino sexo que dices, que a cada uno le gusta lo que le gusta (a mí me gusta eso, precisamente, el femenino sexo. Pero, oye, a cada uno lo que le guste, sin restricciones), que recuerdo cada segundo, me lío, sí, coño, no es para menos, que tanto nick de las narices lía a cualquiera, que tengo los buzones llenos, que a veces no sé lo que contesto ni a quién, que no soy Elena Francis (no, no lo soy, son rumores) que me encantó eso que me dijo una amable comunicante “contigo me divierto”, eso sí que es un premio, gracias (a la amable comunicante), también es un premio estar sano (lo de la mente no cuenta), caminar y sentir las pantorrillas, el juego de los huesos en los tobillos, el pulso en la frente, el sudor en las axilas (lamento decepcionar a alguien, sí, sudo, incluso meo, me estoy quitando pero meo, todavía, en este tránsito hacia lo angélico de Giotto hay necesidades imperiosas que uno no puede dejar de golpe), la caricia del viento que viene del Abra cuando camino a las tardes, o a las mañanas (sí, corro, corría, pero tengo la rodilla izquierda lastimada, lastimosa, que me hace grrr, y duele, se curará, espero, y correré, again, against thee wind). Oye, Magnolio, un placer, beso cada nudo de tu tronco impoluto, acaricio tus raíces y ni te talo ni te podo, tampoco te riego, vaya, ni te abono, quisiera ser el jardinero que cuide la sabia savia que destilas. Y ya. (puffff, respira tanquila)

Anónimo dijo...

A mí que cada día puedas escribir, sin perdón, con está calidad literaria cuanto menos me admira,y además, a veces yo tampoco me soy... y otras sí, y eso.
;)
Besazo preciosura.

Pedro M. Martínez dijo...

navegar.es.preciso y precioso, añado, esos mares madrileños, los acantilados del Jarama, los mariscadores de la plaza Castilla, ese olor a yodo de las avenidas, el yate aparcado en zona azul, los submarinistas del Retiro, las olas chocando en mitad de la puerta del Sol. Por cierto ¿sabes nadar?
Un beso

Pedro M. Martínez dijo...

hechi, ha sido un lujo hablar contigo.
Estás como siempre, un cielo.
Guapa.
Quién nos iba a decir que seríamos amigos. Un lujo, niña, eres un lujo, por legal y buena gente (además, claro, de tus muchas otras virtudes) (menos los besos de chispitas que ya sabes que los de pelo en pecho no los llevamos bien, jajajajajaja)
Un beso, preciosidad,

maiz de agua dijo...

evanescente y fluctuante aventura en barco junto a divertidos toques irreverentes. Es la primera vez que te leo. Bueno y la verdad es un tanto insólito el post jeje pero tiene personalidad. Aquí dejo mi huella de pez malacitana

Glup¡¡ y me voy nadando.

gaia07 dijo...

Es lógico que cuando una viaja, trace un mapa y siga un rumbo. Lo es también no seguir ni rutas ni rumbos, y que la una dé media vuelta y siga su mapa.
Entra dentro de lo normal que si sigues la vida como un pasmarote, acabes por no saber por dónde andas y mucho menos lo que quieres hacer con ella. Incluso llegados a este punto es hasta bueno embarrancar de una vez.
Por favor que no vuelva a embarcarse, está claro que lo suyo es volar, saltar y esfumarse en el aire.

Aunque a veces si te dejas caer, puede ser, veas que el espejo te devuelva una sonrisa desde dentro del cuadro. Existe la posibilidad que siga viendo a su abuelo, es cierto, pero si no cae no existirá la ocasión de otros paisajes (ni de romperse las narices, que dicho sea de paso, no hay ni una persona en este mundo que no se lleve el encontronazo con amor alguna vez).

Lo que se te ocurra mañana.
Un abrazo (en ese, tu refugio victorioso ¡A ver que haces! ;-P)

Pedro M. Martínez dijo...

Bueno, Maiz de Agua, ¿tengo tu bendición?, pues nada, me quitas un peso de encima. Sigo.
Gracias por venir.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, que se me ha ocurrido (pero tú ya lo sabías ¿no?).
A estas horas ya no puedo decir otra cosa.
Hasta mañana
Un abrazo..

Anónimo dijo...

"Me quedé en la proa (2) con los brazos en cruz -DiCaprio retocado con photoshop para parecer este que era-"

Buen sarcasmo, si señor!

Pedro M. Martínez dijo...

Malvada Bruja del Norte pues no es un sarcasmo, mi abuela me dice que soy igual que DiCaprio (lástima que nunca ha ido al cine)

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