martes, 22 de julio de 2008

Carta del amante disperso.

Marcha sin fin preciso por la calle
como aún poseído del placer ilegal
del prohibido amor que acaba de ser suyo.


(Cavafis)


Reina de mis mares, con la partición de estas cartas viajeras, con mi mala memoria, con mi avanzada edad, apenas recuerdo lo que me decías en la de ayer. Entre las brumas distingo algo sobre nuestra armonía de cuerpos, nuestra sintonía de espíritus y la melodía amorosa que tarareamos, mirándonos a los ojos, buscándonos por detrás de otras realidades, ¿o son todas la misma?.



Repito mi convencimiento de qué, en el reparto de roles, tú eres la cerebral y yo el primario. La evidencia es que tú me has elegido a mí y yo a ti. Esto es puro humor británico y no es necesario que estés de acuerdo, es más, puedes estar en disconformidad con todo aquello que no esté escrito en tus principios fundamentales. Total no nos vamos a cambiar ni un milímetro en nuestras posiciones respectivas. Sobre todo después de movernos kilómetros para encontrarnos en esta celebración de nuestras emociones bailando alrededor de la hoguera que brilla en un claro del bosque del Ahora.



Hablo mucho pero, a veces, digo poco. No te digo que es lo que más me gusta de nuestra relación. ¿Quieres saberlo? Lo que más me gusta es verte a ti, amor, saliendo de ti misma, siendo la que eres, tu yo íntimo, la que ríe, feliz, la que cambia hasta la voz y se transfigura en esos momentos puntuales en los que el mundo se detiene y no hay nada alrededor más que el instante mágico de dejar salir a la mujer original, al ser humano sin ataduras, ni recuerdos, sin otra cosa que no sea vibrar en esa vuelta al principio de todas las cosas.



También me gusta descubrirte y hablarte y mirarte y ponerte anzuelos para qué, estirando del sedal, por el otro extremo, logres pescar el pez de colores que nada en el acuario de lo otro. Eres tan tú, que después de pescarlo, con lástima, lo liberas del hierro retorcido y lo devuelves, amorosa, a las aguas caudalosas de otros arroyos de invierno.



Por último me gusta, como no, abrazar tu cuerpo, besarte los muslos, los brazos, la nuca, tus labios, acariciarte sin cesar, sentir tus pulsos, temblar a tu lado y susurrarte dulzuras al oído, cerrar los ojos y perderme en ti para luego encontrarnos en suspiros y sentirnos abandonados en la playa desierta de nuestra pasión viva y pura y grande y qué nos inunda de belleza.



Esta mañana te tomo de las manos, nos miramos a los ojos y nos felicitamos por esta comunión que dura y nos mantiene colgados, balanceándonos en el extremo de una cuerda suspendida sobre el cielo y el infierno. Hay días en los que las llamas nos chamuscan los dedos de los pies, hay otros días en los que unos rayos sobrenaturales nos desarbolan de luz y así permanecemos, con las manos preservándonos los ojos, la mirada, no vaya a ser qué, desde entonces, el resto de las cosas sean grises, inanimadas, inmóviles en un tiempo nuevo, inútiles porque el tiempo corre, grano a grano, y ese anciano que busca crustáceos entre las rocas de Laga me está mirando y debajo de su capucha veo mis ojos, escucho mi risa y las olas acarician mansamente el momento delicado de la arena que lleva ahí desde antes, desde que esa misma arena formaba parte de los juegos infantiles de ese niño qué, curiosamente, también tiene mis ojos y ríe con mi risa y las gaviotas, sobre nosotros, se comen a sí mismas y las nubes cierran el horizonte con una cortina de tormentas y después, la pleamar se lleva todos los enigmas hasta lo profundo, lo submarino, lo que no entendemos, y allí es devorado por inmensas ballenas melancólicas, por desconocidas bestias de lo oscuro y de lo real, y tú, amor, mi vida, mi cruz del sur, mi carro de fuego, me lees risueña y esta carta, bien planchada, se acumula a la de ayer y a las otras y ¿cuándo nos veremos de nuevo?


14 comments :

Єѕтnoм dijo...

Delicioso, Pedro.

ybris dijo...

Lógica difusa del amor disperso.
A pesar de todo hay algo que sobrevive.
Aunque sólo sea la belleza de las cartas.

Un abrazo.

(Te aseguro que si no estuviera rodeado de hijos y nietas y aún tan clandestino nada me satisfaría más que conocernos. A fin de cuentas llevamos ya tiempo intercambiando palabras. Agradezco tanto más tu ofrecimiento cuanto que estoy convencido de que, sobre la mejor de las personas, eres el mejor de los guías)

Pedro M. Martínez dijo...

Tu si que eres deliciosa, Єѕтησм

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, no sé si hay mucha lógica en el amor.
Aún así no concibo otra manera de vivir que enamorado.
Y, mira, soy muy afortunado.

Luego está lo de escribir, estas cosas, otras, apenas una manera de pasar el rato, una afición como cualquiera.

Un abrazo.

(Tú te lo pierdes, conocerías paisajes detrás de los paisajes)

mirada dijo...

Claro que si, está genial.
Muacks

Magnolio dijo...

Hay mañanas luminosas mientras te leo (preparo chipirones) y escucho a Santana que se vuelven the morning of execution cuando te sigo leyendo mientras suena Sabina ( pruebo los chipis ricos ricos)que apenas una manera de pasar el rato y me pongo negra de tinta y así no hay quien quede.

Anónimo dijo...

Me gusta hasta el punto de odiar la ausencia de ello... mis botones por una ballena que engulla enigmas y por esas caricias y comunión...

Sorbito, que lo llenas todo de misticismo, que haces que anhele imposibles, y lo peor de todo, que vas por ahí enamorando blogeras!!! muy mal... muy mal me parece... (y que mal más rico)

¿Que hago yo ahora? déjame que coja la página de alquiler (con opción a compra) de poetas. Lo sabia, por las nubes, y yo sin tener quien me avale. ¿Como se supone que voy a independizarme de mi misma con estos precios? creo que es demasiado cuantioso para mi corazón... digo, bolsillo!

Una ya no sabe de que esta hablando...

No sé si besarte, que igual me quedo prendada y... qué demonios, un beso de caja de herramientas entera.

Tempus fugit dijo...

Que esa cuerda os permita el balanceo armonioso, persistente, eterno...

un abrazo, maestro.

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, pues bueno, sí.
Besos y besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio cocinera ¿me invitas?.
Lees demasiado –tres canciones-.
Un beso tuyo con salsita de chipirones debe ser un placer negro.
Ay.

Pedro M. Martínez dijo...

Maduixeta ¿qué te digo? Capitán Acab paseando por el puente de mando. La pierna de madera se me queda en los agujeros entre las tablas, que no gana uno para gomas (las utilizo para evitar ese chop chop que pone nerviosos a los atunes y que, ya ves, calma a las sardinas y a algún cetáceo).
Entre este Belle de Jour que escucho ahora y tus palabras se me ha quedado la cara plana como un lenguado, que a ver cómo voy mañana a trabajar, que me quedan cinco días y se me están haciendo eternos.
Ah, menos enamoramientos y más teléfonos.
Y besos, muáck.

Pedro M. Martínez dijo...

Eso, De cenizas, y que no tengamos que utilizarla para ahorcar nuestro amor.
un abrazo

gaia07 dijo...

Todas las palabras que encontraba para expresar lo que he sentido al leerte hoy, me parecían pobres. Sólo ordenadas por un maestro me ha sido posible comentarte:

…Sólo aquello que amamos es capaz de decirnos quiénes somos.
Suele ocurrir en mayo o junio,
y hay quien se enamora de solo una palabra
y hay quien se enamora de unos labios cerrados.
Pero es preciso andar sin preguntar adónde
hasta sentir la voz que llama desde lejos,
y que repite un nombre que ignorábamos,
y ese nombre es el nuestro,
y es a nosotros a quien llama.
Antonio Gala


Un beso (recuerda, el país de “nunca” jamás donde todo es posible, existe ;D)

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07 pues lo has comentado muy bien.
Muchas gracias.

Un beso desde el país de siempre jamás.

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