miércoles, 19 de marzo de 2008

Carta con poema de José Hierro.

VIDA
No sé cómo empezar. Habitualmente sé. Hoy no. Me sobran las palabras. Quizás no son necesarias. Pero no se puede llenar una carta con suspiros y miradas, con silencio. Por eso lo intento. Temo que ni la lea. Es decir, que la lea sin leerla. Conoce demasiado los hilos metálicos que sostienen el decorado, los clavos que apuntalan las palmeras de cartón, las fachadas sin vida detrás. Aún así, otra vez, busco las frases que expresen lo que siento, lo que no puedo dejar de sentir. Y los temores.

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.


Hay un hábito literario en mis cartas, casi de circo, un retorcer las palabras, girarlas, subirlas en un trapecio que va y viene hasta que saltan o se estrellan en la pista central, cuando el público grita y el médico diagnostica que no hay nada que hacer, que el equilibrista debe dedicarse a otra actividad, que salgan los payasos y siga la fiesta.

Grito "¡todo!", y el eco dice "¡nada!".
Grito "¡nada!", y el eco dice "¡todo!".
Ahora se que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

Por eso y por tantas y tantas cosas, escribir sin escribir es un ejercicio doloroso, estéril, es dar vueltas alrededor de una noria aburrida, como un animal domesticado y ciego, resignado a un destino absurdo. Lo presentía, estaba allí, escondido en la oscuridad, podía olerlo. Lo supo desde que cerró la puerta tras de sí y al pulsar el interruptor no se encendieron las luces. Se quedó con la espalda apoyada en la pared, tenso, sin atreverse a dar un paso. Gruesas gotas de sudor empapaban el cuello de su camisa. No escuchaba nada pero sabía que él estaba dentro de la casa. Seguro que armado. No podía pensar. No sabía cómo había llegado a una situación tan absurda, tan peligrosa.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Ella no necesita desmenuzar lo que digo, lo que intento decirle, lo que repito para que vuelva, que me escuche, que me entienda. Me pierdo en palabras. Las dilapido, las esparzo por su falda y ella las sacude con gesto de fastidio, sin mirarme, sin verme. Están los comentarios. Cuando empecé en esto no los contestaba. No por pereza, por pura timidez. No entendía que cuatro estúpidos escritos pudieran interesar a nadie. Me abrumaba la amabilidad, incluso el cariño. Luego empezó el diálogo. Contestar era una parte del juego. Daba otra dimensión a la página, a la escritura. Me sorprendía que lo que yo había escrito verde se leyera como rojo, la angustia como risa, la risa como desafío. Me acostumbré. Al dejarlo aquí ya no es nuestro, es un territorio libre donde el que lee pone sus normas, su interpretación, su curiosidad o su indiferencia. Es mentira. Se lo inventa. Pobre hombre. No es mi historia. Entiendo. Pues vaya. No me gusta. O sí. Tres segundos. La música. Esa foto ya la he visto. Salto mortal de cabeza. Doble vuelta en el aire y caer de pie, sin doblar las rodillas, la cintura, sin perder el gesto ni la compostura. Una búsqueda. ¿De quién?, ¿de qué? Por fortuna no lo encuentro y seguimos aquí, charla que charla.

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

Esta es una despedida a pie de andén, de aeropuerto, de muelle, con el pie en el estribo. Unas cortas vacaciones. Nos las merecemos, ¿no? Me voy. Al Sur. Durante años me he ido al sur. Aunque haya viajado al norte. Cambio de ritmos y ritos, de rutina, de paisaje, de miradas. Esta es otra prueba del nueve, una propuesta, tres reyes y un cuatro, órdago a juego, de mano, ¿Cómo debo seguir? ¿Cómo te gustaría? ¿Le mato? ¿Qué se casen? Cartas escritas a la carta. Dejemos el sentimiento de lado, esta es una profesión, de fe, ustedes mandan, se escribe a deseo del que lee, ¿quiere que me desnude?, acabo de quitarme la camisa, ¿sigo? De frente, a ambos lados de una mesa, mirándonos a los ojos, los codos bien asentados, las manos unidas, un pulso. Sé que lo entiendes. Aaaaaaaah. Esta es una improvisación calculada. Hasta la vuelta.



José Hierro
(Del libro Cuaderno de Nueva York.)

Alberto Conde Trío


12 comments :

Anónimo dijo...

Justo esperaba una despedida para hablar, qué más sentido puede tener extender la mano si no es para alcanzar aquella que se va, con la velocidad impredecible y vertiginosa de los trenes en el adiós.
Y el que se va deja un "hasta pronto", no le da la palabra para saber qué tan pronto, o qué tan lejos en la memoria, cuántos recuerdos dejará que se acumulen como el polvo en los muebles, las telarañas en los rincones, los silencios sostenidos en las habitaciones.
Habríamos de irnos ambos, en cada despedida, no dejar que nos abandonen, sino abandonar nosotros mismos los espacios compartidos, los puntos fijos en que miramos con cuatro ojos como uno solo. Dos trenes partiendo, en paralelo, de un lado al otro, en nortes y sures diferenciados, combinando sus vapores en un amanecer distante.
Por las ventanas transcurren las manos, no hay pasividad en el abandono entonces, ambas manos se agitan, los corazones se estremecen por la mutua partida. El andén vacío extrañará el llanto irremediable del que vuelve sobre sus pasos, recogiendo pesadamente las huellas del que se ha ido. No más ausencia que la propia, no más recuerdos que los que se irán formando. Si te permites irte como el que se va, nadie sabrá del abandono.
Luego, las historias nuevas, las cartas con direcciones erradas, no sabrán a dónde ir con sus páginas blancas atestadas de palabras, no te encontrarán sino muchos veranos después, con las señas que han ido recabando los vecinos, los curiosos tenderos que amasan las historias sobre sus mostradores viejos, las ancianas que te miran con ese ojo siempre despierto, acostumbrado al retumbar del tiempo.
Ahora te vas un tiempo, dices "hasta pronto" y yo te respondo "hasta luego", si vas al sur, me iré al oriente, al norte o al noreste, buscaré arenas nuevas para mis huellas inquietas, tomaré mis manos para llenarlas con el flujo de otras mareas. Es sólo una necedad esta de no quedarse quieta. No permito que la despedida me toque, si no es para llevarla a cuestas, para ser yo la que se va sin consideraciones, ni apuestas.

Sei

ybris dijo...

Entre la nada y el todo caben con justicia Pepe Hierro y tus palabras.

Disfruta de tus merecidas vacaciones.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Es una osadía. Lo sé.

No soy ella.

Pero si se sacude tales y tantas, preciosísimas, "con gesto de fastidio", no sé, a lo mejor... , perdona, ejem.

A lo mejor, ella también tiene muchas. Vamos, que le sobran y por

eso,

se

sacude


,las palabras, dices.

Churra dijo...

Siempre que te vas de vacaciones escribes cartas asi?...(luego empezaron los comentarios y esto se escapo de las manos, o de la pantalla )
Pasalo bien y se bueno .
Besos

Anónimo dijo...

Volverás.
Antes de poder hacerlo con sosiego.
Volverás con prisas, con mono, con curiosidad casi malsana, mordiendote las uñas.
Porque escribir para tí es un vicio al que te has (hemos) vuelto adicto.
Ya nos contarás.
Besos.

Anónimo dijo...

como no besarte,tras esa mirada.
n.

Pi dijo...

Vaya, hoy te descubro, me deslumbran la estética, las palabras, ese fondo musical tan aleatorio como la suerte de llegar hasta aquí y que coincida con un pause. Vaya.

Lirium*Lilia dijo...

Yo también recién llego. Me gustaron tus palabras, las imágenes elegidas... una pausa?... esperaré.

Ogigia dijo...

te seguiré leyendo

gaia07 dijo...

Querido Pedro, ya no sé como decirte lo que me gustas. Te lo hemos dicho tod@s de tod@s las formas posibles. Eres una droga chaval, espero que no salgas con una farmacéutica y empiece a encontrarte efectos secundarios, incompatibilidades, contraindicaciones o algo parecido.
Tú consérvate natural, escribe sin parar, no te alteres con lo que te ponemos en los comentarios, y si nos tienes que cantar las cuarenta a alguna, pues nos cantas jeje (digo alguna, porque los algunos son más moderados, algunos).
En fin, espero que te lo estés pasando de categoría por ese maravilloso sur, exceptuando las excentricidades conservadas de siglos atrás, a las que tampoco doy crédito.
Hoy me he puesto las botas contigo, ni las fallas van a hacer que me pierda tu lectura ¡Jo! Lo que yo te diga, una droga natural, relajante y revitalizante mental (si aparece la farmacéutica ni caso).
Como ya te he abrazado, besado y achuchado, te dejo la sonrisa más amplia que hayas visto jamás ;-P

Margot dijo...

Asi que el señor se tomó vacaciones... y el circo vacío, y los leones sin peinar y la mujer barbuda soñando con un láser y el equilibrista jugando con los polvos de talco dejándolos volar... un sindios, lo que yo te diga!

Disfruta y nos vemos a tu vuelta. Sur o no sur tarareo.

Besotes al este

Pedro M. Martínez dijo...

Inmarcesible, uno recibe un comentario así y solo le queda meter la cabeza debajo del ala y dormir en la rama hasta que sople el viento del regreso.
Es hermoso esto de irse y al volver encontrar esta joya en la ventana.
Solo me queda aplaudir y cerrar la boca (la tenía aún abierta de puro asombro).
Gracias.

ybrisentre la nada y el todo cabe el regreso.
Aquí estamos.
Un abrazo.

Anónimo, puede ser.
Lo tendré en cuenta.

Churra, solo sé ser bueno.
Mi naturaleza no da para más.
Bueno, sí, para escribir cartas.
Besos

Carmen, tengo otros vicios mejores.
Escribir es un divertimento.
Y ya no me muerdo las uñas.
Besos.

¿Eres el mismo? Anónimo.
Lo de los besos. Van dos.

Pi ¿tú nunca tomas vacaciones? Yo sí.
Ya he vuelto.
Hola.

Hola De Lirium soy, gracias por venir. Saludos.

¿Cuándo? Ogigia, ¿Cuándo?

Olé tu comentario.gaia07.
Muchísimas gracias.
Y por la sonrisa, también.
Mi beso.

Sur o no sur Margot, toda una historia.
Las señoras y señores volvieron.
Hasta los que no se fueron.
Mis besos.

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