domingo, 24 de febrero de 2008

Carmen Echevarría.

Nos hemos demorado en las estancias marinas
junto a ninfas ornadas con algas bermejas y pardas,
hasta que voces humanas nos despierten, y nos ahoguemos.

(T. S. Eliot)

“Carmen Echevarría se tiró al mar por primera vez en Elanchove.

Fue en agosto, en vacaciones, recibió la visita de J mientras tomaba el sol sobre las piedras del muelle. J era su novio, al menos ella le consideraba más que un buen amigo.

Las gaviotas chillaban detrás de los arrastreros que volvían de alta mar y meciéndose sobre los botes, pacientes, los jubilados intentaban pescar calamares en la bocana del puerto.

Sentados al lado de unas mujeres que remendaban redes, J le dijo que la noche anterior se había acostado con su amiga Cristina. Ella se lo había pedido como un favor, no soportaba el fastidio de ser virgen pero no quería acostarse con un desconocido.

Sin querer escuchar más, Carmen, despacio, se quitó la ropa y de un salto se lanzó al agua. Al alejarse entre las olas, junto al acantilado, la corriente de Ogoño golpeaba su costado izquierdo, presentimientos submarinos rozaban sus muslos desnudos. Siguió nadando hasta dejar atrás la isla de Lekeitio y brazada a brazada disolvió en los bordes de la espuma todos los momentos que había compartido con J, todos los recuerdos. Incluso olvidó aquella noche en la que se abrazaron sobre la arena de la oscura playa de Ereaga. Mientras él intentaba bajarle la falda y ella le susurraba que ahí no, dos grandes perros negros les asustaron, dejándoles sin ganas de otra cosa que no fuera buscar un lugar seguro y con luz.

La noche estaba avanzada cuando regresó a otra costa, cansada pero serena; ya no recordaba quién era J, pero sabía muy bien quién era ella.


La vida siguió – es curioso que la vida sigue, tan rápida, indiferente a estas cosas, - y pasaron más de veinte años hasta la segunda vez que Carmen Echevarría se lanzó al mar.

Era invierno y al anochecer, del brazo de M, se dirigía al faro; buscaban lugares apartados para pasear. La temperatura era baja, caminaban rápido y no se cruzaron con nadie. M le hablaba de su trabajo, de sus hijos adolescentes, de su coche nuevo. Ella sabía que algo quería decirle y que no se atrevía. -Vas a dejarme ¿no?- preguntó, secamente. Sin mirarle a los ojos él contestó que sí. Esta vez Carmen se desvistió rápido, saltó entre los bloques de cemento del rompeolas y se perdió entre las frías y negras aguas. M corría, asustado, gritando su nombre, él no sabía nadar, pidió ayuda pero nadie acudió. Veía la cabeza de su amante entrando y saliendo en la revuelta corriente de la dársena, luego la perdió de vista y volvió a su casa acobardado, hundido, con el remordimiento mordiéndole las piernas y el alma.

Carmen, aterida, regresó justo al punto desde donde había saltado. Tiritando se puso la ropa y mientras regresaba a su presentida soledad recordaba todos y cada uno de los días que había compartido con M. Se juró que nunca más.”

Mientras escribía este breve cuento no acababa de encontrarle sentido. No me parecía interesante, la narración no tiene ritmo y el argumento es mínimo, no se entiende por qué esta mujer se tira al agua obstinadamente, en vez de afrontar las situaciones. Lo guardé en un cajón.

Hoy lo vuelvo a leer y me sorprendo de los escenarios que escogí. Rebuscando en mis recuerdos, coloqué a la protagonista en los mismos lugares en los qué, el día que Julián me confesó su infidelidad, me lancé al agua y fui nadando en busca de mi horizonte.

Y Miguel, sé que jamás dejará a su esposa. No me lo dice pero lo noto en un alejamiento progresivo, en sus llamadas con voz desganada, en las visitas cada vez más espaciadas. Esta noche hemos quedado para ir a caminar desde el puerto viejo hasta el faro. No puedo soportar su abandono, si no es mío, de nadie. Le empujaré por el rompeolas, será él quien caiga al agua. Y no saldrá.



25 comments :

Carmen dijo...

Estremecedor.

Lo único que temo en esta vida, a mis cuarenta y dos años, es la locura.

Buenos días, Pedro.

Nikté dijo...

Si que tiene sentido y mucho pero... ¿sábes lo que me habría gustado? que fuese él, el que no sabía nadar, el que se hubiese tirado al mar aprovechando una excusa en el argumento que según tu carece, pero ese es mi deseo, no más

Un beso dominguero

Nikté dijo...

No, mejor no, ahora que lo pienso el fue utilizado, bueno si que se tire, total podría haberse negado, eso que se tire al mar.

Pedro M. Martínez dijo...

Jovenzuela Carmen, no se me estremezca usted, mejor guarde sus estremecimientos para situaciones más gratas, que tengan que ver con amores y no con locuras (aunque creo que es lo mismo).
Buenos días, guapa, feliz domingo.
Y un beso,

Pedro M. Martínez dijo...

Reina Nikté de las estepas siberianas, que me da que
1. Lo he escrito mal.
2. Lo has leído mal.
3. No has dormido demasiado.
4. Yo qué sé.
El caso es que el post está escrito, entero, desde el punto de vista de una mujer. Es decir, yo (tan macho, tan viril que me doy miedo, tanto que los pelos del pecho a veces me impiden respirar) lo he escrito como si fuera o fuese una mujer, una dama engañada por malvados hombres, aprovechados e infieles (a sus mujeres, a sus santas)
No es un ejercicio baladí ya que puedo hacer el más absoluto ridículo.
bah, esto solo es un rincón perdido- se podría pensar.
Ya, pero uno tiene su orgullo, su autoestima, sus cosas. Uno por tener tiene de casi todo, hoy tengo un clavo –que se dice- de mil pares. Y es que, llegado a un punto, hay que rechazar ese cubalibre tentador, que luego pasa lo que pasa, que son los hielos, que si tal, que si cual. Pues eso que me duele la cabeza, el esófago, el nervio óptico y hasta los alveolos pulmonares. Hoy, por supuesto, no salgo a correr (menos a estas horas).
Pero lo bien que lo pase ¿qué?, eso ¿qué?
Pues nada, que hoy me toca hacer la comida.
besos

Єѕтnoм dijo...

Fantástico, Pedro!
Me has provocado un sentimiento tras otro y al final una mezcla de todos.
Mi resolución es esta: Que lo empuje, sí, que lo empuje...

Mandarina azul dijo...

¿Y el amigo J. se va a ir de rositas? Me parece que empujando al mar a Miguel la mujer quiere matar de un tiro a todos los pájaros de su vida.
Pero no sé, hay algo, no sé bien qué, que me hace pensar que el final no será ése.
¿Y si se presenta la esposa de Miguel y acaba en remojo hasta el apuntador?
Buenos días. :)

Belén dijo...

Este cuento me ha parecido de lo mejor querido Pedro... de lo mejor!

Nunca dejan a la mujer, y eso hay que tenerlo claro, siempre...

Un beso, y cuida si caminas con carmen eh? ;)

Pedro M. Martínez dijo...

ondina, hay situaciones que nos sacan de nuestras casillas.
Pobre M.
Un día, fui Carmen.
Por eso lo he escrito.
¿Qué no te lo crees?

Pedro M. Martínez dijo...

Mandarina azul, están las aguas frías. Tampoco es cosa de tirar al agua a todos los J., Migueles, esposas de ambos, Carmenes y demás personas heridas por infidelidades, desamores, amores de baratillo, promesas rotas, mentiras y esas cosas que dibujan los paisajes cotidianos.
Digo yo.
Pero, Mandarina de mis carnes, si tu lo deseas me tiro al agua yo mismo y nado hasta tus playas.
A mandar.

Pedro M. Martínez dijo...

Belén, en este cuento he sido Carmen.
Malamente me puedo tirar a mí mismo.
Como mucho –si quiero- me tiro yo, porque me da la gana, porque yo lo valgo.
Lo que ocurre es que retorcer los guiones tiene estas cosas, que afloran los resentimientos, las venganzas, los ya decía yo.
¡todos al agua!

jajajajajajajajajajajaja

Mandarina azul dijo...

Perdona que no pueda mandar nada ahora. Estoy poniendo los garbanzos a remojo.
;)

Pedro M. Martínez dijo...

Mandarina azul, pues yo estoy preparando unas costillas agridulces que van a estar de muerte. ¿Quieres venir a comer? Donde comen cuatro comen cinco. ¿O no era así?.
Oye, los garbanzos serán para mañana ¿no?

gaia07 dijo...

¡Menuda mujer hubieras sido!
Una mujer así, capaz de escribir y meter en un cajón los lances que iba a experimentar, puede superar cualquier abandono y posesión, con el mar y el tiempo, y volver a escribir los próximos con L y con P.

Eliot tiene razón, el sentido, el ritmo y el argumento, mejor vivirlos demorándonos, no hace falta escribirlo todo. Y mucho menos despertar necesitando una razón para todo lo que se hace.

(Contra la resaca prepara un buen caldo, bien salado pero con poca grasa. Proporciona a tu cuerpo los nutrientes que se han ido por efectos del alcohol. Y bebe mucha agua mineral. Y para la próxima, si llegas a casa en pie, prepárate un caldo de cebollas, mano de santo oiga, jeje.) Besitos suaves ;-P

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, mujer no sé, pero nadador (o nadadora) seguro que sí.
Qué trajín se lleva la niña esta, mar arriba , mar abajo.
En fin, sentido del humor.

Gracias por tus consejos.
Besos de los de siempre.

ybris dijo...

Ya llego con esto lleno, que ayer no pude comentar.
Quizás a ti no te gustase el relato.
Pero yo ya estaba viendo a la Alfonsina Storni de "Alfonsina y el mar".
Así que cuando la vi regresar las dos veces me entró un cierto alivio.
Hay veces que todo se ve de otra manera solo con tirarse al mar.

Abrazos

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, Alfonsina entró y no salió.
Mi protagonista entra y sale.
Y nada.
Pero nada de nada.

En serio, una vez me pasó algo parecido y me tiré al mar (pero fue hace mucho)(¿Cuánto es mucho?)(bueno, pues bastante, lo suficiente)
Abrazos

mirada dijo...

Dice y mucho, me has emocionado...
Graciñas por estos regalos.
Un abrazo enorme

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, un día te lo contaré con calma.
Y no eres g, ni G (eres G mayúscula) (lástima que este comentario no admita tamaños)
Un beso de Arzúa.

Unknown dijo...

La hermosa locura de amar y de amarse... leo el cuento y me recuerdo en otro tiempo, otra yo, lanzandome al precipicio de la desesperación, peor abrazada del culpable jajajaj!!!

http://pieladentroviajeinterior.blogspot.com/2006/08/felicidad.html

Sola no me voy !! jajajaj!!

Me gusta leerte en esta escapada a la rutina numerica de cada día.


Beso tuyo y nuestro. jajaja!!

Excelente semana.

Pedro M. Martínez dijo...

Piel, ¡me robas las fotos!, jajajajajajajaja.
Tú sí que estás “escapada numérica.
Besos nuestros (de cada día, nos los damos hoy)

Carmen dijo...

Cielo, lo has escrito muy bien. Al menos, te he entendido muy bien.
Gracias por lo de jovenzuela (más quisiera yo saber lo que ya sé y tener diez años menos), y los estremecimientos... ¡ay! el estremecedor que me estremezca, buen estremecedor será...porque poco me estremezco ya.
Buenas noches. Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Estremécete Carmen, (que cantaban los Llopis, un grupo de rock, mítico, cubano, de los años de catapún, pum)
Tienes una edad para hacer todo lo que quieras.
No presumas de edad, eres una niña (o casi).
Besos, reina.

Abril dijo...

"Porque te quiero a tí, porque te quiero..." susurraba Carmen mientras venía taconeando por la ribera.Es que Carmen se tira al agua porque ha perdido su piel de foca, que dicen las leyendas irlandesas que es la piel del alma. Mujeres: a no perderla!porque nos quedamos secas.

Pedro M. Martínez dijo...

Abril…”dejé mi casa y me vine al mar”…
No sé pensarán algunas lectoras si saben que tienen piel de foca.
Cada día se aprende algo.

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