martes, 6 de noviembre de 2007

La playa.

Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor

el dolor que en verdad siente.

Eso era lo bueno de tener una novia formal. A las diez la dejabas en casa y te ibas a buscar a las otras, las informales. En el portal, un beso, -hasta mañana, cariño- y rápido el coche y aquel bar de las afueras lleno de chicas sin compromiso, con toda las horas por delante. Así era el tema.

Anoche sucedió lo mismo. La morena con unos pantalones negros de cuero me miraba. Tenía una larga melena que ondulaba como un trofeo, como una bandera que me animaba a enrolarme en aquella guerra. – Hola- La música. – No te conozco. ¿Vienes mucho por aquí? - Conversación trivial. Lo que menos quería era hablar. Tenía unos ojos color no me importa y una boca que decía todo menos lo que decía. Me animé a poner mi mano en su cintura. No me rechazó. - ¿Vamos a ver la luna reflejándose en el mar?-. El método directo, el simple. –Romántico tú, ¿eh?, vamos-

Sin preámbulos. Sin más historias. Con la mano izquierda sujetaba el volante y con la derecha acariciaba aquel cuero negro de sus pantalones ajustados. Un sabor extraño me llenaba la garganta de deseo, de no sé, de tremendas ganas de besarla, acariciarla, poseerla. Ella hablaba, mucho. No le escuchaba. No callaba. Y yo, -sí, sí, sí, cielo-.

Llegamos a la playa. Como cada noche sin nubes, desde hace siglos, la luna se reflejaba en las mansas olas que morían en la arena. No hacía frío. A pesar de que no era demasiado tarde, no había un alma. Sin el mar ahí delante parecía que estábamos en el desierto. Puse mi brazo sobre sus hombros. Llevaba una camisa con cientos de botones. O a mí me lo parecía. Nos miramos. Le hablé de Gamoneda, de Sergio Cammariere, de R.B, de todos los que no le interesaban lo más mínimo. Por sorpresa ella me besó, por decirlo de alguna forma. En realidad me mordió los labios, con suavidad, pero implacable. Deslizó su lengua por mi boca como siguiendo un manual de espeleología. Sus manos me recorrían la espalda y yo no sabía dónde tocarle. Emitía un ronroneo, un canturreo, no sé, un sonido monótono que me excitaba. No sé si podía excitarme más. Como en una partida de ajedrez, había perdido el movimiento de salida y sólo podía defenderme, luchar con los botones de su camisa, perderme en el laberinto de su ropa interior, besarle cuando podía, acariciar sus pechos mientras ella acariciaba los míos, defenderme como una virgen ultrajada, comprobar que su vientre era terso y estaba a una temperatura apropiada para todos los errores, para todos los ritos. Con un gesto enérgico se puso a mi espalda y comenzó a besarme en la nuca mientras me soltaba el cinturón. Sus manos parecían tan cargadas de electricidad que estaba a punto de sufrir un cortocircuito. Me dijo -ven-. Con movimientos rápidos se quitó la ropa y nunca había visto un cuerpo como aquel, no había visto nunca otra mujer desnuda, acababa de nacer, eso era el despertar, el descubrimiento del sol, del fuego, el origen de los misterios. También me quité la ropa, a manotazos, torpe, mi mirada fija en el faro de su cuerpo, poseído del deseo más apremiante. Se acostó sobre la arena, la melena negra esparcida, como nuestras ropas, como nuestros brazos y piernas enroscados, fundidos. El primer golpe me alcanzó entre el pómulo derecho y la oreja. Sentí un dolor intenso. El segundo también fue en la cabeza. Los siguientes me llovieron por todo el cuerpo, la cintura, la espalda, otra vez la cabeza, las piernas. Me cubrí la cara con las manos y me ovillé sobre la arena. No llegué a perder el conocimiento. Sentía la sangre goteando desde la boca. Me dolía, me dolía. Pude ver que ella se vestía, se reía, se abrazaba a una sombra y se iba en mi coche.

Ahora la policía está anotando mi declaración y me duele el alma. Una amable enfermera me ha llenado de atenciones, vendas y no es grave. Soy el séptimo este mes, el séptimo listo, el séptimo tonto. Comienza a amanecer. Del mar llegan, como carcajadas, los gritos de las gaviotas madrugadoras. Algún vecino curioso se acerca a la playa. También me han robado la cartera, mi auto estima y el anillo que me regaló Julia. Vaya noche, mis padres estarán preocupados.


24 comments :

Anónimo dijo...

A lo mejor la de cuero negro leía a Gamoneda, le oyó en boca de semejante imbecil y no se pudo contener.

ybris dijo...

Andaba yo pensando en la ficción de lo real, en ese saber fingir hasta lo que en realidad se siente.
Luego te leía como cuando en mi adolescencia buscaba sensaciones prohibidas por la cruda realidad.
Pero sabía que en algún lugar de la ficción la realidad nos habría de dar una buena bofetada.
Así que, aunque a tu personaje le pilló por sorpresa, a mí no.
Y se me fue dibujando una sonrisa malévola y satisfecha cuando vi que de aquellos polvos insinuados quedaron estos lodos denunciados en la comisaría.
Tú sí que sabes fingir, Pedro.
Así da gusto.

Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Ay, Eva, pobre chaval, le calientan, le dan una paliza, le roban y además tú –justiciera- le llamas imbécil.
No, si hay días que no está uno para nada.
Jajajajajajajaja.
Oye, no serías tú la del cuero en cueros ¿no?

Pedro M. Martínez dijo...

No creas, ybris, la mayoría de las veces se me ve el decorado.
Y las otras (les) importa tres pepinos que sea o no ficción.
Menos mal que Mac Luhan sabía de qué va esta historia blog.
Espero no olvidarlo nunca.
Un abrazo.

Trenzas dijo...

¿Ves...? Lo que tiene enrolarse en las guerras es que se sale descalabrado. Y sin coche, que casi es peor :)
¡Muy bueno...!
Me ha gustado ese "color no me importa " de sus ojos. En realidad, ¿a quién le importa, en tales situaciones, el color de nada?
:)
Un regalo este cuento. ¡Gracias...!
Besazo, Pedro.

Anónimo dijo...

Joer!! Con lo prometedor que resultaba todo junto!!

Bueno, habrá quien diga que se lo merecía por cuernear a su chica...pero no sé, quizá un castigo excesivo, no? jeje.

Aish, la luna, la torpeza, la arenilla que se mete en sitios cruciales, la brisilla de la playa que te constipa hasta el juanete...que bonito todo junto.
Estaba recordando yo una madrugada playera...jajaja...que cosas hacemos cuando somos unos niños jajajaja.

Eso si, se lo pensará dos veces antes de fugarse con una morena de melena peleona...si es que somos mu malas (las mujeres y las morenas).

Pedro, ¿sabes que me gusta tu nombre? puede que por mis reminiscencias Heidi, pero me da buen rollo jajajaja.

Aish, hoy no hay donut, lo siento en el alma, pero tenemos...yayitas de chocolate!!!! Así que un beso dulce poli y monoinsaturado y con pepitas de pocholate ;)

Margot dijo...

Lección number one: nunca le ofrezcas a un desconocido-a más confianza de la que puedas manejar... y bajarse los pantalones no es muy sensato mientras se calibra, jeje.

El sexo utilizado como intercambio, mercancía del deseo, tiene estas cositas. Claro, que a veces también te lleva al matrimonio y es exactamente el mismo...

Pedro, contador, reciba un beso sin pasar por caja.

Anónimo dijo...

Ay Pedro -amor- que no podemos andarnos ya con churros cuándo hablamos de merinas, que nó Pedro, que la vida ya es -otra cosa-.
Que sí,
que la playa está bien. (Una costumbre más vamos, además un clásico que digo yo).

Pero ahora para llegar al tajo, hay que desinhibirse un poco *más, pero sabiendo -claramente- lo que quieras/res difundir-te.
¿Te he dicho ya que escribes muy bien? Sí no?

Pero a lo que iba yo,

que te voy a meter un vídeo además de un clásico como es Russ Meyer con sus objetivos a los atributos de...- no digo más que descubro el pastel- y quiero que lo veas !coñe!
(Es que me pone mucho la lencería blanca)


Pues eso,

que te lo regalo.

(imagina que soy yo, pero más pretica -no bailan tanto- ejem,)

Besos, muchos. Que veo que,

eso. (-ya tu sabé-, sin olvidarse que ya somos viejos amigos).

Dale al ratón pishaaa!


http://es.youtube.com/watch?v=lqd7Ru0foTE

Anónimo dijo...

Me parece un relato muy bueno, muy bien planteado y con ese final sorpresivo.
Permíteme un comentario, en la frase:
Por sorpresa ella me besó, por decirlo de alguna forma.
Yo eliminaría el "por decirlo de alguna forma". Por sorpresa ella me besó (punto), tiene la contundencia que necesita ahí el narrador.
Saludos,
Tesa

fgiucich dijo...

En el riesgo se gana o se pierde. Muy buen relato. Abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Claro, Trenzas, hay que entrar solo en las guerras que puedan ganarse.
Es un cuento, sí, pero conozco casos peores (y mejores).
También conozco tíos así de capullos.
Y estaba el muchacho como para fijarse en los ojos de la dama en cuestión...jajajaja.
Besos, guapa.

Pedro M. Martínez dijo...

Maduixeta, tu nombre tiene resonancias euskaldunes (el poeta
Lauxeta, por ejemplo). Me gusta más que tu tendencia Heidi.
Y el resto, pues eso, un cuento (hoy, no chino)
Venga esa yayita.
Y el beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, está claro que ese muchacho faltó a clase el día de la lección uno. Les pasa a muchos. Así les va.
Lo que apuntas es muy cierto, después de una noche en la playa conozco a quienes les atacó la violencia de un embarazo (no deseado). Intentaré un cuento sobre eso (material me sobra)
Puestos a contar, conozco a una comentarista habitual de esta página a la que dos gigantescos perros negros sorprendieron mientras practicaba ejercicios amorosos. Se la comieron.
Beso atómico, para ti.

Pedro M. Martínez dijo...

PaquiLou que me estimulas con las cosas de Russ Meyer. Bueno, de las chicas de Russ Meyer (aún no lo he visto pero conozco el genero). Te contaré.
Que la vida es otra cosa se va aprendiendo día a día.
¿Y lo del avión? ¿es cierto? ¿Dónde?
Besossssss

Pedro M. Martínez dijo...

He entrado a tu página Tesa. Volveré luego.
Gracias por tu comentario.
Y por la matización. Al escribirlo, quiero decir que, para el que lo cuenta, ese beso fue mucho más que un beso normal (dentro de su norma), que le pareció un súper beso, un contacto que le emocionó (más de lo que estaba).
Saludos agradecidos.

Pedro M. Martínez dijo...

Cierto, fgiucich, y también, el que no se arriesga no cruza la mar.
Este la cruzó pero quedó como un náufrago.
Muchas gracias.
Abrazo.

Anónimo dijo...

Mmm...¿mi nombre? ¿El de verdad o mi alter ego que también es verdad pero depende de como se mire?

Lo único que se es que mi apellido, Goñi, viene de Navarra, pero siempre he sentido amor platónico por esas euskatierras, y mira que si las he pisado ha sido de pasada, como sin darme cuenta. Quizá por desconocimiento de las raíces...aish, quien sabe.

Pues nada, te quedas sin Heidi...pero que sepas que en invierno tengo las mismas mejillas juasjuasjuas.

Bueno, hoy me pierdo un partidazo en directo (Penya-Berlín) por mis clases de canto...vale la pena, me repito, no faltes a ninguna que luego pasa lo que pasa, me voy diciendo, venga que el Liceo no espera...entonces me descojono jajajaja.

Un beso, que ya van dos hoy, cuidado con los empaches, aunque al ser de tarde oscura...igual es más liviano, no? jajajaja

Anónimo dijo...

Si, si es cierto lo del avión.

Es que verás..., hay una amiga, bla,bla,bla...

Que la debo un par de abrazos -por lo menos- porque la muy condená tiene poderes (si, si como lo lees) y ha contribuido a que yo -Éte moi- esté más feliz. Porque además de que me muero de la risa con ella, es un amor. Si, si. Un a-m-o-r.

Y lo que aprendo? Uffff, si yo te contara, es sobre todas las cosas: Magistral la muy puñetera.

Y vive cerca de tí, o bueno vivía.No sé. O sé que algo sé. Pero bueno, en todo caso, como usted ya leyó por ahí algo mío. Sabrá de quién hablo.

Y cuándo suba. Quizás a la par de Papa Nöel, ya le avisaré.

Eso si, yo subo que ella no está por la labor. (o si lo está, planeamos algo más full por Madrí, con otra amiga que es la leshe primo)
Vamos el trío -no va más- que hace frío.
Eso!

Y te beso, como de costumbre.

pd. Voy comprandome vestidos, y tangas. (Valentino)


Ejem,


No dejes de depilarte. Que te he avisado.

Muá!

Churra dijo...

Eso es saber disimular y lo demas cuento .
No se porque se me ha venido a la cabeza el anuncio de Ikea con su "eso no se toca niño , con eso no se juega ....Hay armas blancas , armas de fuego y armas de mujer , a todas las carga el diablo .
(Me han dicho que esos signos que algunos veis en mi blog es por utilizar fire fox o algo asi, yo no se ni lo que es eso....y peor no se como quitarlos, ¿tienes alguna idea? )
Un beso

Pedro M. Martínez dijo...

AclaradoMaduixeta.
Y tu nombre (el real) me gusta más.
Hala, Heidi, a cantar, que llegas tarde.
Por cierto, vaya joya, escribes, cantas, una artista.
Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Ay, PaquiLou y yo contándote mi vida por aquí y por allá.
Resulta que ahora sabes que algo sabes.
Que miedo.
Pues buen viaje y aquí estoy con los brazos abiertos y lleno de sonrisas,

Y me depilo, vale.

Pedro M. Martínez dijo...

Churra, son cuentos con disimulo.
Cierto, tu página con Explorer se ve fenomenal (que bonita, oye), pero con Firefox está encabezada con unos signos rarísimos.
Tienes que llevarla al médico.
¿Quieres que intente buscar remedio?
De momento, un beso

Anónimo dijo...

CrEo que así es como empieza uno a "ser malo", a perder la inocencia que te lleva a pensar que todo es lo que parece, que todo el mundo va de lo que es...como uno mismo.
Y es que en este mundo en el que nos ha tocado vivir, nadie es lo que parece...o eso tiendo a pensar yo, hasta que se demuestre lo contrario.
Y qué pena!

Supongo que le pasará a much@s algo similar con otras personas y en otras situaciones.
Hay que volver a la novia formal, todo sea por la salud, xD!



Äfrica

Pedro M. Martínez dijo...

Äfrica, lejos de mi el pretender con mis escritos otra cosa que el placer estético, el intentar emociones (casi nada) y, si queda sitio, un espacio para el intercambio de opiniones.
Me resulta curioso que ante la maldad del protagonista (su infidelidad manifiesta a esa novia formal), su peripecia posterior, paliza incluida, sea una compensación, un resultado lógico, una consecuencia por su desviación. O así.
Yo qué sé, nada, que me lo paso bien aquí.
Gracias por tu comentario.

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